Hoy es el día del Abuelo, o de los abuelos, o no sé muy bien cómo se llama al día de hoy, que cada día es un día, y en todos se conmemoran cosas. Es posible que yo sea abuela algún día, aunque cada vez va teniendo menos pinta. Y eso siendo mujer es algo que se puede afirmar con cierta seguridad, y a partir de una determinada edad, con una certeza absoluta. En el caso de un hombre siempre hay dudas, porque siempre puede aparecer por sorpresa alguien por ahí esgrimiendo un certificado de ADN. Pero en ambos casos, la muerte puede no concederte el tiempo suficiente para conocer a los hijos de tus hijos.
Yo no conocí a mi abuelo Félix y él no pudo ni siquiera llegar a imaginarme. Murió antes de que mis padres se conocieran y para mí es sólo una referencia genética, un nombre que aportó el apellido que llevo, alguien cercano del que no sé nada. Tal vez me parezca a él, porque me parezco a mi padre. Tal vez haya en mí algún rasgo de su carácter, o de la enfermedad que le llevó a la tumba. Yo no lo sé, yo nunca he sabido nada de él. Y él no pudo ni siquiera llegar a imaginarme.
De mi abuela Eusebia sólo recuerdo unos ojos azules, tal vez grises, como los de mi hermana. Mi recuerdo está anclado en un saloncito con un brasero y unos ojos que me miraban desde lo alto, como te miran los de alguien a quien te diriges de rodillas. Tal vez había unas manos que me revolvieron el pelo y una voz que me dijo algo, tal vez había una sonrisa, y seguro que hubo algún beso. Por no recordar, no recuerdo ni cuando murió ni cómo lloraron. Sólo aquellos ojos azules, tal vez grises, como los de mi hermana.
Mi abuelo Alfonso me conoció, ya lo creo que me conoció y yo le disfruté más de 30 años. Me toleró y me mimó, como un abuelo genial, divertido, con carácter, con unas explosiones de genio que me hacían gracia en él pero no en mí, y con unas salidas, lejos de cualquier ironía, que nos hacían reír a todos. ¿Qué más se puede pedir que tener un abuelo que hace pasteles, chocolate, dulces y tartas? Ese hombre de la foto aún joven que lleva a su nieta de la mano, y que, ya anciano, se sienta para reirse con sus biznietos en otra fotografía es el mismo hombre, y yo le disfruté más de 30 años.
Y mi abuela Gabriela, a la que siempre he adorado y de quien más enseñanzas guardo. Mi abuela Gabriela, a quien todavía miro y que ya no me recuerda.
Precioso relato. Yo no conocí a ninguno de mis abuelos así que esa experiencia me la perdí. Y estoy de acuerdo contigo, yo estoy loca por ser abuela pero lo veo crudo, crudo.:)
Besitos
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Gracias por comentar.
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Yo conocí a los cuatro y a una tía abuela que fue más lo segundo. Solo me queda la que ya no me conoce, y todo apunta a que le falta poco.
Muy bonito.
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Suerte que tuviste. A mí me faltaron dos para completar el cuadro. Y ya todo es muy triste.
Gracias por comentar.
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Muy bonito. Seguro que les hubiera gustado leer estas palabras tan cariñosas.
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Pues sí, les hubiera gustado, si. Leyeron y oyeron otras, que siempre fui buena nieta 😉
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Me ha gustado la historia, Carmen. Es curioso que todos tenemos un mosaico de recuerdos que nuestros abuelos, unos más y otros menos por el tiempo que pudimos disfrutarlos, nos dejaron bien grabado un poco en la memoria y mucho en el corazón. A veces se me llenan los ojos de lágrimas recordando a mi abuela Carmen, recia castellana amante de su familia, que vivió en casa de mis padres y con la que estuve muy unido hasta que nos dejó hace más de 15 años. Nostalgia sana.
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Nos enseñan muchas cosas, y siempre los asociamos a la infancia. Por eso la ternura y por eso la nostalgia. Gracias por tu comentario.
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Yo sólo conviví con un abuelo pero lo recuerdo con mucho cariño. También estoy deseando ser abuela, pero todo a su tiempo. Un beso.
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Un abuelo, dos, tres… Corresponde recordarlos y respetarlos, y quererlos mucho. Como nos quieren ellos. Gracias por tu comentario.
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Muy bonita entrada, sí señora. Yo tuve la suerte de conocer a 3 de mis abuelos, pero bien, lo que se dice bien, a una.
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¡Pues te gano por medio cuerpo! 🙂
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Voy a insistir en lo ya escrito porque es verdad, es una entrada preciosa y muy entrañable.
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Una vez leí que la infancia se termina cuando se muere la madre. Yo creo que se termina cuando muere el último de tus abuelos. Siempre seremos sus niños, da igual la edad que tengamos. Gracias, T.
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Me ha encantado. Muy tierno. :___))
Un merecido reconocimiento para tus abuelos, en particular, y para los abuelos en general. Qué haríamos sin ellos. Son el eslabón de una generación con otra.
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Para los abuelos en general, en general. Lo mismo que yo cuento (mira los comentarios), lo puede decir cualquiera.
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