El tío de la boina

No pensaba yo escribir sobre la final de la Copa del Rey que se jugó el viernes entre el Athletic de Bilbao y el Barça. Desde luego no sobre el partido en sí, que ni vi ni pensaba ver de todas formas. A mí me gusta el fútbol cuando hay algo de emoción de por medio. De emoción mía, se entiende. Y tampoco quería tratar la polémica del himno, porque creo que es una de tantas trampas que nos pone ese nazionalismo tan plasta y provocativo que tenemos y que cansa mucho, sobre todo a aquellos que creemos que se puede ser español sin necesidad de darse cuenta. Pero leí un artículo sobre la final de Copa que me enfadó mucho y me levantó dolor de cabeza. Si hacen CLICK aquí lo pueden leer.

El artículo, publicado en Italia, lo escribe el Sr. Segurola, periodista deportivo nacido en Bilbao y residente en Madrid, ciudad que tiene a gala acoger a gente de todas partes con una naturalidad que pasma al que viene de fuera. Una ciudad en donde por lo general se trata bien al visitante. O al menos se le trata igual que al madrileño, porque si hay que darle un bofetón a uno, lo que importa es dónde tiene la cara, no la partida de nacimiento.

Segurola habla de todo menos de fútbol, salvo por esos dos parrafitos que le sirven de excusa para decir bobadas. Empieza con un sentido homenaje a esos pobres hinchas oprimidos que venían a gritar su amor patrio al Bernabéu en la época de Franco (1) (2), y luego se viene arriba para terminar llamándonos opresores a los madrileños del siglo XXI. Ese «o haces lo que quieren o te lo harán saber a la fuerza» pone los pelos de punta sólo de pensar de qué película de serie B lo habrá sacado. Nos dice también que hay 15.000 bilbaínos que están en Madrid sin entrada y que eso es culpa de la derecha más irreductible y del madridismo más intolerante, y compone un collage subliminal madridismo-derecha/Bernabéu-Franco muy propio de ese victimismo palurdo que gasta esta gente tan pesada. Hombre, Segurola, a ver si tú también vas a atribuir a la maldad de otros lo que es sólo estupidez de unos, porque hacerse cuatrocientos kilómetros para ver el partido en un bar tiene algo de Homer Simpson. O de Forrest Gump, que parece más progresista. Eso o que tienes mucha pasta y poco que hacer. Pero en fin, se queja de que se juegue en el Calderón, aunque considera maravillosa la final de hace 3 años en un Mestalla que tiene 2.000 asientos menos y está  lejísimos de Bilbao. Para mí que lo que le fastidia es no poder invitar a sus amigos a unos potes en su casa después del partido, y enseñarles de paso el barrio. No se puede ser tan comodón, Segurola, no se puede ser tan comodón.

En el último párrafo ya se ve que el hombre tenía prisa y cogió la brocha. Me es indiferente el odio africano que tiene a Esperanza Aguirre, e incluso que invierta la carga de culpabilidad, como suelen hacer estos trileros de sentimientos cuando empiezan una provocación; y también me parece algo ridículo tratar de asustar a la gente con una manifestación de impávidos que se podría celebrar en un minicine. Ambas cosas forman parte del desparrame idiotizado en el que los españoles somos capaces de convertir un bonito partido de fútbol. Pero en todo caso Segurola, si lo piensa un poco, les concederá ese derecho a la libertad de expresión que tan emotivamente reclama para los que quieren silbar un himno. No se lo negará en el fondo de su corazón democrático, porque sería tener «un instinto autoritario más fuerte que la tolerancia a puntos de vista opuestos«. Y él, claro, es hombre mesurado y nada fanatizado por unos colores y un origen.

Las obras menores del Bernabéu le han pillado a contrapie, sin duda, y ha confundido las viejas letrinas con algún recuerdo infantil. Nadie debe tener ningún miedo a venir a Madrid. No tenga miedo nadie a pasear una Ikurriña, una Señera, una camiseta a rayas en la capital. No lo tenga de los madrileños, que aquí no hay «clima de violencia», ni pegamos tiros a los de fuera. Aquí nos los pegan unos que se interesan por el RH. Eso sí, no damos las gracias cuando nos ponen bombas, pero cualquiera puede entender que no es porque no nos tiemble el pulso, sino porque, ante esas circunstancias, nos tiemblan las piernas.

Mis más sinceras felicitaciones al Barça.

(1) El Athletic de Bilbao ganó 5 «Copas del Generalísimo»en el Bernabéu, tantas como perdió, algunas cuando se llamaba Nuevo Chamartín. Para ganar las otras cuatro que ganarón con Franco tuvieron que irse a Montjuic (2) o al Calderón (2). No he podido averiguar si Franco se desplazó a esos estadios a dársela personalmente o no fue para así oprimir más a los del Athletic. Por cierto que, viendo la estadística, si yo fuera del Bilbao preferiría jugar la final en cualquier sitio menos en el Bernabéu…
(2) Franco murió hace 37 años

10 comentarios en “El tío de la boina

    • Gracias, Dolega. Es llamativo con qué tranquilidad se ofende a una ciudad en la que reside todo tipo de personas. Incluso un tal Segurola. Y con qué tranquilidad también se olvida quién empezó con el lio del himno.

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      • Sobre todo es que es un tipo que cuando le oyes por la radio parece muy mesurado y muy razonable. Y otras cosas que no se pueden escribir que me indignan más aun de este individuo.

        En fin, lobos con piel de cordero que hacen mucho daño.

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  1. Gran entrada, Carmen. Coincidió que el viernes me encontraba en Madrid, y estuve toda la mañana paseando por el centro. Vi gente ataviada con camisetas del Athletic y gente ataviada con camisetas del Barça, paseando con total normalidad sin que nadie les incomodase. Vi también gente de todas partes del mundo, de todos los colores y todos los tamaños, hablando en los más variados idiomas disfrutando de la espléndida mañana madrileña con absoluta normalidad. Porque aunque a algunos pueda causarles asombro, Madrid es un gran ciudad. Una ciudad magnífica, abierta y cosmopolita, en la que si a nadie preocupa la procedencia del residente, no iba a ser menos la del visitante

    Una ciudad llena de vida cuyos habitantes salen a la calle a ganársela y a disfrutarla, ajenos a la constante y raquítica preocupación de algunos sobre su propia identidad. Por fortuna, para ellos mismos y para quienes pasamos de visita, los madirleños han hecho de esa falta de identidad, de esa despreocupación, su más potente seña de identidad.

    Quizá eso sea en el fondo lo que molesta a estos enanos mentales identitarios: que perdidos entre la cordial indiferencia de los madrileños, son conscientes de su propia insignificancia.

    Enhorabuena por la entrada, Carmen. Es magnífica.

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    • Gracias, Javier.
      El viernes estaba mi barrio lleno de hinchas del Athletic, con sus camisetas. Cuando aparqué el coche, los del al lado (unos aficionados), cogían el suyo. Les habían puesto una multa por no poner el papelito de aparcamiento. El que parecía el conductor cogió la multa y me miró. Yo creo que no sabía ni por qué le habían multado. Me encogí de hombros, le sonreí y le dije: si a mi me ponen eso en Bilbao, yo no lo pago. Y nos echamos todos a reir.

      Y subo a mi casa y tengo que leer eso de un bilbaino que vive en Madrid…

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  2. La triste experiencia me hace constatar, una vez más, que todos éstos que van de tolerantes, cultivados, con buen rollito, dando lecciones de superioridad ética, etc, etc, etc… terminan destapándose como los tipos más autoritarios y sectarios que pueda una encontrarse. Tengo ejemplos a toneladas.

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