Los 5 concejales de UPyD han renunciado a sus coches oficiales en el Ayuntamiento de Madrid. La noticia.
Y, por el camino, le han dejado al señor alcalde Ruiz Galladón con la pompa al aire y agarrado a un botijo. A él y a los de IU y el PSOE, que habían ido al reparto del botín como cada cuatro años, con las orejas y las manos bien desplegadas para sujetar firmemente el plato. Llevaban un montón de años tan panchos, repantingados en el Audi, y se les ha quitado la cara de desahogo de golpe.
Pero el efecto más maravilloso ha sido que todos los madrileños (y de paso el resto de españoles) nos hemos enterado de que nuestro querido ayuntamiento pone coche oficial (con chófer incluído) a todos los ediles. Es sencillamente escandaloso. Esto no es el chocolate del loro, señores, sino la banderita en la punta del iceberg.
Para esto puede servir el voto. Los de la Puerta del Sol siguen tumbados, pidiendo que suban los impuestos. ¿Para qué? ¿Para poner más coches oficiales? Yo doy un gran bravo a los de UPyD. Así tal vez lleguemos a alguna parte.
Así y con una reciente sentencia del TSJ de Andalucía, que ha confirmado que el alcalde de Castilleja de Guzmán deberá responder con sus bienes personales las deudas contraídas por su Ayuntamiento. La noticia.
Hay días que da gusto leer la prensa.
Un mundo para Curra 
Ah, si, son dos pequeños pasos!!! En cualquier caso, y con respecto a los coches ya habrá visto que «los otros» es decir todos los demás han dicho que no renuncian al suyo. ¡¡¡Tendrán morro, con lo bueno que es el transporte público en Madrid!!!
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La opción de UPyD, tan llamativa por inusual, tengo que verla refrendada por otras que no lo serían tanto. Si tengo ocasión, estaré atenta a ver si renuncian a otras prebendas que no llaman tanto la atención. Por ejemplo, renuncian al coche oficial pero ¿Éso significa que van a renunciar también a las tarjetas para viajar en taxi, con cargo a los presupuestos, e incluso a los abonos transporte gratuitos? Porque es mucho más barato utilizar un coche de incidencias que llevar una tarjeta, sin límite de gasto, para pagar cuantos taxis tengas a bien a tomar.
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Pues no sé, pero levanta la liebre y de paso los colores a sus señorías. Pero al final, cierto, es una cuestión de norma y de control, casi más que de ética. Exactamente como pasa en la empresa privada, en donde la norma es estricta y está bien vigilada.
En fin, por algún sitio hay que empezar a cortar este desmadre. Y por cierto: en un taxi, al menos tendrán que aguantar al taxista contándoles lo duro que es ganarse un sueldo.
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