La delicadeza

En uno de sus post de lecturas del mes (algo muy práctico, todo hay que decirlo), leí a Modestino recomendar a un autor francés, David Foenkinos, como un autor revelación de los últimos tiempos. Recomendaba Los recuerdos como un libro intimista, él lo llamaba literatura «descomplicada». En fin, sin saber muy bien yo qué es eso de la literatura descomplicada, me interesó la reseña y me fui de cabeza a leerlo, total, algo hay que leer en esta vida. Y resulta que en vez de bajarme Los recuerdos, por razones que no vienen al caso (razones de lo más tontas, que ya me gustaría contarles algo interesante), me bajé de Amazon La delicadeza, un libro anterior del autor.

La delicadeza, pues. Una novela deliciosa. Me lo leí en un día y medio y me he enamorado. Me he enamorado del autor, de la historia, de los protagonistas y hasta del Kindle, y eso que es un cacharro de lo más ordinario. Les voy a decir una cosa muy en serio: si yo escribiera una novela, me gustaría escribir una novela así, y no esos churros que se leen hoy en día, que entre la autoedición y los editores ágrafos, se lee cada mierda, con perdón (ya, ya les contaré, ya). Y por eso descarto escribir una novela: a lo máximo que puedo llegar es a escribir estos post y a tener unos pocos lectores que me soportan, la mayor parte de ellos yo creo que por pura curiosidad. Pues sí: he llegado a la conclusión que a mí me leen por curiosidad. Me leen como el entomólogo que mira a un insectillo hacer cosas incomprensibles por el suelo, por las paredes, por el techo.

A lo que iba, que me pierdo. Que me leen vds por leerme. Y luego que me encontraré un comentario del tipo «pues me lo leeré», cuando sólo he escrito una línea sobre el libro. No me quieren vds nada. Me releo y creo que he escrito lo más profundo que se puede escribir sobre los insectillos: que son bichos incomprensibles. En cuanto al libro, lo dejaré para otro momento en el que mi mente esté algo menos confusa.

No obstante, esto no puede quedar así. Veamos, ¿Para qué están los insectos en el mundo? Porque una jirafa se comprende perfectamente. Va la mujer (o el macho, hay machos jirafas, me consta) por la selva con su largo cuello y comen ramas de los árboles altos, que para eso las jirafas tienen un cuello larguísimo y los árboles unas copas elevadas. Son tal para cual, las jirafas y los árboles altos. ¿Pero y los insectos? Los insectos van por ahí reptando, volando atontadamente o dando saltitos de lo más ridículo ¿para qué en concreto? Pues para nada, porque todo el trabajo en este mundo lo hacen las abejas. Y como son la mar de productivas, las abejas, están desapareciendo. Es lo que hay: si no pueden cobrarte impuestos, estás condenado a la desaparición, ostracismo mediante.

Mañana les hablaré de La delicadeza, que hoy me he dispersado y se me ha ido de la cabeza el post que había pensado. La vida.

6 comentarios en “La delicadeza

  1. No sé si era tu intención pero me has hecho reír, jajaja. Oye, yo creo que las jirafas no viven en la selva, más bien en la sabana, ¿no? Y los insectos son mucho más importantes de lo que parecen, un grupo imprescindible para la superviviencia de la vida en la Tierra (o algo así).

    Sobre el libro, yo me lo leeré… ¡jejeje! En serio, lo tengo en casa en papel, lo compré hace tiempo, leí en algún sitio que era así, delicioso, como tú lo describes. No tardará en caer, de verdad.

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  2. Pues no, no me lo leeré. Y los insectos son imprescindibles para mantener el equilibrio en el medio ambiente, cosa que no creo que hagan las jirafas. Ea, ya te he llevado la contraria.

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  3. jajaja Pues te leio porque me gusta lo que dices y cómo lo dices.
    Los insectos son imprescindibles para el equilibrio de la naturaleza y que las abejas están desapareciendo, ¡no lo sabes tú bien! Ya verás dentro de unos días….
    Besazo

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