Entre la historia que tu hiciste y la Historia por hacer, Zidane ha vuelto. Y yo estoy encantada. La cosa por lo visto estaba entre Mourinho y Zidane, o sea, entre dar motivos para que nos odien o dar motivos para que nos envidien, sabiendo que medio mundo nos seguirá odiando o envidiando aunque juguemos cada semana por el bien de la Humanidad o aunque perdamos tres títulos en una semana. Es lo que tiene ser grandioso, qué le vamos a hacer.
Como sé que no van a buscarlo, les volveré a contar lo mío con Zidane.
No recuerdo en qué año fue, pero él era todavía jugador. Yo estaba esperando en Roissy para volver a Madrid en el último vuelo de la tarde cuando pasó por delante de mí en la fila de embarque. Cuando entré en el avión, él ya estaba sentado en su asiento de Primera. Tenía una revista en las manos. Levantó la cabeza, me miró, le miré, suspiré, tuve la serenidad de no tropezar con nada y opté por enamorarme perdidamente.
Zidane aporta ilusión y sentido común. Ayer iba vestido rarísimo, pero yo se lo perdono, igual que le perdonaba sus escupitajos cuando jugaba, y también que cuando rompía a sudar pareciera una Cibeles espigada. Con Zidane sigue estando todo perdido, pero ya no lo parece. Nos recordó lo que hizo y lo que dejó de hacer en estos tres años, y eso es tanto como prometerlo todo.
Me da un poco de pena Solari, que me parece un caballero y un gran madridista. Pero sea, no le han salido las cosas y se tiene que ir. A cambio nos ha dejado ver a algunos jugadores extraordinarios que serán, con el tiempo, magníficos jugadores, como Vinicius o Reguilón, y también nos ha enseñado las miserias de otros, como Isco. También los límites, la proximidad del final, la desconexión y la arrogancia de muchos. Y las ganas y el compromiso y la clase de algunos. Lo que Solari no ha tenido que mostrarnos es la soberbia de Ramos, porque esa ya la conocíamos todos.
Zidane sabrá qué hacer con este grupo de jugadores. Y lo que haga, bien estará. Os lo digo yo, que he visto su mirada.
Hala Madrid.