Esa voz del coche

Todo lo arregla sacándome a la Castellana y llevándome hasta la Plaza de San Juan de la Cruz. Luego allí ya empieza a orientarse, pero no mucho. Y eso por no hablar de la alergia que le produce la M-30.

– Gire a la derecha y luego gire a la derecha y en la primera rotonda tome la segunda salida.

O sea, a la Castellana. A ver, guapina, que para salir a la A-6 voy mejor por otro sitio que me sé yo. Recalcula.

– Tuerza a la derecha y luego gire a la izquierda

Ya, ya, tú lo que quieres es que dé la vuelta. Que no, que no voy a coger la Castellana para salir a la A-6.

– Cuando llegue a la rotonda, tome la primera salida a la derecha y, luego, a 100 metros, gire a la izquierda.

No me lo puedo creer. Estoy casi en Puerta de Hierro y todavía sigues intentando que vuelva a la Castellana. ¡Que no!

Dentro de dos kilómetros, tome la salida 8, y a doscientos metros en la rotonda, tome la tercera salida, y, siga hasta girar a la izquierda…

Pero a ver, que ya estoy en la Carretera de la Coruña, que no voy a volver a la Castellana te pongas como te pongas.

Dentro de un kilómetro tuerza a la derecha y, luego, gire a la izquierda y, luego, gire más a la izquierda hasta dar la vuelta.

Dentro de un kilómetro ya estoy llegando a Aravaca, que es la salida 10, que lo he mirado, que no me fío de ti ni un pelo. ¿En serio quieres que vuelva a la Castellana?

– Ha llegado a su destino. 

No es posible, pero si estoy en medio de la nada.

– Ha llegado a su destino y no se hable más. Mendruga.

 

Un pobre árbol

Esta mañana, al sacar al perro, una cuadrilla de [pongan aquí lo que se les ocurra] estaba podando un árbol en el parque.

Un hombre subido a una grúa y armado de una sierra mecánica cortaba ramas por aquí y por allá.

Más que podar el árbol, parecía mondarlo.

Por la tarde me he acercado con la perra al mismo lugar del parque, a ver qué tal le había quedado el corte de pelo al pobre árbol. No he podido distinguirlo del resto de los árboles greñudos.

Para mí que, corta que te corta, al final lo ha talado. El hueco era desde luego muy sospechoso.

Podar, mondar, pelar y al final talar.

Qué catástrofe.