Quitarse del Whatsapp

Decía ayer en una entrevista Dani Rovira, el actor que presentó los Goya 2015 que, para poder concentrarse en la gala, se había quitado del whatsapp. Lo dijo así, «para poder concentrarme, los tres (o cuatro) días últimos me quité del whatsapp». Me hizo gracia la expresión (quitarse del Whatsapp, como el que se quita del vino o del tabaco), y la razón (para poder concentrarme).

Por lo que contó, no se quitó del tuiter. Entiendo que no fuera tan necesario, porque si no tuiteas, es raro que te llegue una mención, y aunque a él le llegarán muchas de todos modos me figuro que le dará menos palo no hacer ni caso.  Tampoco se quitaría del teléfono ni del mail, que es menos invasivo que el Whatsapp. Y es que ahí es donde están tus amigos, tus grupos, y quieras o no, te llegan mensajes, ping, que te acaban desconcentrando.

Porque la desconcentración no viene de los recados que te puedes encontrar. Ni el que te juntes con que varios amigos o familiares te han escrito a la vez. El asunto de la desconcentración está en los grupos, que te despistas a veces y cuando quieres recordar tienes 104 mensajes sin leer. O te montas en el coche para volver de la oficina y en el trayecto hasta tu casa se te acumulan 49. O te metes en la ducha y cuando sales te juntas con 25 de una conversación que para colmo habías iniciado tú, y que pensabas que nadie seguía.

Quizá las horas en las que más dispersión hay son las del final de la tarde, cuando casi todo el mundo ha vuelto a su casa y se pone a conversar por ahí, a mandar la jatorrada del día. O a quedar, que también se usa el whatsapp para quedar, lo que parece muy normal y lógico, salvo si se trata de un grupo de mas de cinco personas que sean un poco indecisas o anden faltas de liderazgo. En esos casos, se convierte en una tortura porque al cabo de los 53 mensajes ya no te acuerdas ni del día, mucho menos de si es a comer o a cenar, no te has enterado de dónde hay que ir, ni casi de por qué estabas quedando.

Corrector wp padelY eso por no hablar del corrector, que puede hacer de una conversación liviana un galimatías, además del reconocimiento, descorazonador, de que sin gafas la vida en Whatsapp sólo aporta confusión…

Este verano, una amiga del poblachón metió a toda la pandilla en un grupo. No sé si nos juntamos 40 personas. Aquello era un guirigay. Era casi imposible seguir el rastro de dónde estaba cada uno. Aparte de un coñazo, porque durante el mes de agosto lo único que se podía encontrar en aquel grupo eran fotos y conversaciones sobre comidas. Supongo que como siempre que nos juntamos es alrededor de una mesa, se nos hacía raro hablarnos sin un plato de cordero delante. Ahora ya casi no se ponen fotos de cosas de comer, lo cual se agradece, y de fútbol se habla poco porque los del Atleti están verdaderamente insoportables. De política, como se puede esperar, siempre salen dos bandos, y de ropa y trapos no se habla en absoluto, lo que es muy de agradecer. Y al ser un grupo tan grande, siempre hay que felicitar a alguien. O por su cumpleaños o por el santo, aunque esto también vamos a dejarlo porque, si quitamos a los josés, las cármenes, las pilares, las almudenas y los santiagos, al resto le pilla casi siempre desprevenidos y es un corte.

– ¡Felicidades Ricky!

– Felicidades

– Felicidades o_O, 😎 🐱

– Felicidades :-))

– (Ricky, 20 felicidades más y ochocientos emoticonos después…) ¿Y por qué me felicitáis?

– ¡Es San Ricardo!

– Pero si yo no lo celebro hoy… Espera…¡Pero si yo no lo celebro, ni hoy ni nunca!

Hoy, que era San Abelardo, estábamos todos muy compungidos sin tener a quien felicitar. Ponga usted un Abelardo en su vida y será feliz con el Whatsapp, ya se lo digo yo. Alternativamente, haga como Dani Rovira: quítese del Whatsapp y así no echará de menos a ningún Abelardo.

¿Por dónde iba? Ah, sí, que es lunes. Y que hasta aquí llego hoy.

6 comentarios en “Quitarse del Whatsapp

Gracias por dejar un comentario.