Hoy es día 1, y toca post del Club de Lectura. Por cierto, que el Club cambiará de nombre y de look en breve, o eso creo, aunque seguirá siendo lo que es: una cita con un libro cada mes, para la que cinco lectores muy diferentes leemos un libro y al menos tres de ellos pasan las de Caín para terminarlo.
Este que voy a comentar hoy y que hemos leido en noviembre es el último del año 2013, puesto que el que leamos en diciembre, al tener el post dedicado el 1 de enero, ya lo consideramos perteneciente al 2014. Este pequeño lío que nos traemos con el calendario en realidad a ustedes les debería de dar lo mismo pero yo prefiero decírselo por anticipado para que, en el hipotético caso de que no lo entiendan, no se entretengan con una intriga irrelevante.
En fin, el libro de este mes es Las lunas de Júpiter, de Alice Munro, la última ganadora del Nobel. Ya comenté hace un tiempo otro libro de esta escritora canadiense, que me encantó, y voy a rescatar algún que otro párrafo que sirve también para este libro. Efectivamente, Las lunas de Júpiter es, como Demasiada felicidad, un libro de relatos en el que Alice Munro se detiene en un momento preciso de la vida de cada protagonista para contarnos, sin que nos demos cuenta, la vida entera. Historias que siempre sorprenden, historias extraordinarias dentro de una apariencia común y corriente… Alice Munro tiene una manera de escribir sencilla, pero a la vez muy condensada, pone mucha información en cada frase y por eso hay que leerla despacio y con atención, porque en un relato cuenta la vida de cada protagonista y queda dibujado como un cuadro impresionista, va poniendo motitas con cada pincelada.
En este libro, Alice Munro compone 11 relatos. Hay un par de ellos que me han parecido un poco pesados, pero hay otros que me han resultado extraordinarios, como son el de la señora Cross y la Señora Kidd, La temporada del pavo, El pez negro, El accidente y el último que da título al libro, Las lunas de Júpiter. Alice Munro rodea la anécdota y construye el relato, sin que pase nada, pero contándolo todo. Es como ponerte a escuchar a una señora que está en una hamaca recordando cosas y te las va contando a su aire, pero de forma que tú te haces una idea precisa de cada personaje, de cada ambiente y cada vida.
Con todo, es un libro que me ha parecido, en su conjunto, triste. Los personajes, mujeres protagonistas en la mayoría de los relatos, componen una sociedad de vidas solitarias, en muchos casos desengañadas, y casi nunca se trata de historias de éxito o de felicidad. Yo lo recomiendo, aunque me parece que este mes voy a ser la única. Si queréis leer otras opiniones, las podéis encontrar como siempre en La mesa cero del Blasco, en La originalidad perdida, en Delenda est Carthago . Y a lo largo del mes, en vuestro blog preferido de libros Club de lectura..