¿Pero cómo no te va a saltar la luz, si esa casa tiene la misma instalación desde hace 38 años? ¿Y cómo no te van a faltar enchufes? Que no es sólo que ahora tengas que encontrar uno para el móvil y otro para la tableta, eso es lo de menos. Que sólo piensas en esas cosas, pero no es eso, no es sólo eso. Hace 38 años no es que no hubiera DVD, es que ni siquiera se había inventado el vídeo. Sí, eso en lo que se ponía una cinta, eso mismo. Y la leche la calentabas en el cazo, no en el microondas, hacías café en una cafetera italiana, no en una melita y tostabas el pan en la sartén. Y el fuego de la cocina iba a gas, que «eléctrico» era para un por si acaso y de la vitrocerámica no se tenían noticias. Y las neveras eran mucho más pequeñas, como más recogidas, sin ese despipote de congelador. Y nada de lavavajillas, que entonces era un lujo. Y acuérdate de que no podías poner el horno y la lavadora a la vez porque lo siguiente era ir con una vela a apagar uno de los dos. Y no tenías un ordenador, porque entonces no había ordenadores personales. Ya de la impresora ni hablamos. Y ponías un tocadiscos, eso si no te conformabas con oír la radio, que iba a pilas. Y nada de tener dos o tres bases para el inalámbrico por toda la casa. Y el despertador no era radio alarma, sino que le dabas cuerda hasta que compraste aquel de pilas. Sí, aquel que te ponía de los nervios porque sonaba tictac mucho y muy alto. Y las teles aquellas triponas, que cuando las apagabas se apagaban, nada de quedarse en esa mariconada del stand-by, que dicen que no gasta, pero gasta…
Qué resistencia, ni qué contratación, ni qué relatividad, ni qué zarandajas, hombre…