El hombre llegó pasada la una de la tarde y, después de pedir un vermut para él y otro para su señora, hizo la pregunta del millón:
– ¿Con quién está jugando el Madrid?
Como le dijimos que con el Bilbao, aún tuvo el hombre que aclarar: No, ¿que si Casillas o el otro?, a lo que ya hubo que contestar, también aclarando: No, señor, hoy el Madrid juega con el otro, que canta igual pero llora menos. Y digo yo que es una pesadez este debate sobre la titularidad de Casillas, una trampa que consiste en confundir la parte con el todo, o sea, Casillas o el abismo.
– Para lo de Gibraltar deberíamos enviar a Don Pelayo.
– Pero si está muerto
– Eso da igual. ¡Con todo lo que hizo aquel hombre por España!
O sea, que para el 9 del Madrid, ahora que llega Bale con el 11, suena Di Stéfano.
En España tendemos a mezclar las cosas, y así cualquiera diría que la portería del Madrid es más pequeña si está Casillas, porque tanta copa, medallas y diplomas incordian al delantero lo mismo que al voyeur los maceteros en el balcón. Yo no le niego a Casillas que es un buen portero, ni todo lo que ha ganado. Pero la exigencia la tiene hoy, y los disparos que tiene que parar son los de la Décima, no los de la Novena. Aunque a decir de los del Plus, es esa mirada felina la que cuenta en la Champions. Hay que ver cuánto daño le han hecho a algunos una infancia con Mazinguer Z…
En un mundillo en el que cada domingo se cambia de opinión, en donde los jugadores besan camisetas como el capitán del barco inglés y renegocian contratos a golpe de filtración, que no me vengan con cuentos de sentimentales eternos y de hermanos Malasombra. Casillas es un chico del club de toda la vida, sí, pero no juega gratis y está mejor pagado de lo que lo estaría en cualquier otro club del mundo. Por lo visto, ni eso ni su «madridismo incontestable» le ayuda a salir a decir que apoya al otro y que le desea suerte, algo que este madridista de toda la vida sí ha sabido hacer con jugadores del Barça. Será la timidez, que es por donde se le ve el plumero de la arrogancia. Si le molesta la suplencia, que piense en los suplentes de la Selección, a quienes el entrenador no pone porque les tiene, por lo visto, menos cariño y respeto. Pero que no venga reclamando su derecho a estar en la portería del mejor club del mundo con argumentos de bedel de ministerio, que como ganó una oposición, a él no le puede echar nadie. Y luego, que me resulta agotador ese calimerismo al que se ha abonado este chaval que, como los malos estudiantes, sólo sabe decir que es que el profesor le tiene manía. Y yo no sé si el profesor le tiene manía; yo sólo sé que me aburren mucho los llorones. Y los tontainas.
Ayer, cuando el Bilbao marcó su golito, al hombre del vermut del bar del poblachón se le oyó decir «ésa la para Casillas«. Pues es posible. Claro que también hubiera podido decir que ésa la falla otro delantero. La cosa es especular, que hasta en eso el fútbol es muy distraído.