Por qué no voy con la selección española

En realidad, podría resolverlo con un tuit: «No voy con la selección española porque me da miedo morir hipnotizada», pero me voy a alargar un poco, para que no me digan.

Ya lo creo que tengo edad como para recordar aquellos tiempos en los que no ganábamos nada, y siempre era por mala suerte, o por el árbitro, o por un poste, por cosas así. Ya lo creo que tengo edad, pero vamos, que si tuviera 20 años también me acordaría, tampoco vayamos a contarnos tonterías aquí y ahora. España empezó a ganar algo a partir de la Eurocopa del 2008, y antes era la nulidad más absoluta, precedida, eso sí, de mucha alharaca y muy buenas intenciones. Y la Eurocopa del 2008 fue una enorme alegría, y el mundial de Sudáfrica no digamos. Y en la Eurocopa 2012 ya hablaba yo de que empezábamos a tener con la selección una mayor exigencia, lo cual no deja de ser lógico (la exigencia, no que yo lo dijera). Pero no se trata, en mi caso, de que les exija más a los futbolistas o al seleccionador, y tampoco es ese postureo de llevar la contraria, o de criticar lo «patrio» porque sí. No, es otra cosa.

Para empezar, yo creo que la selección española necesita darse una buena bofetada. Y de paso, que nos saquen a los aficionados y periodistas de ese embobamiento en el que parece que se puede perdonar todo, en especial el sopor y la mentira de ganar un campeonato de chichinabo enfrentándonos a aficionados o a selecciones que siempre han vivido del moco. Necesitan una buena costalada para que deje de ser una selección llena de gente que es seleccionada «desde el cariño» y alineada «desde el respeto que se merecen». No, mire, señor Del Bosque, no. Vd no puede jugar con «falsos 9» solamente porque tiene cariño al chaval Villa. Ya estuvo a punto de llevarle con muletas a la Euro del 2012 y al final tuvo vd algo de vergüenza, no sé si vd ó él. Y lo mismo hay que decir de Torres. Si quiere vd, le ponemos una selección para que se bese, se abrace y se diga cosas bonitas con sus jugadores, pero deje esas paridas de mamá gallina para los partidos de veteranos, hágame el favor.  Y yo se lo digo desde el respeto y desde el cariño, no crea, porque soy muy consciente de que vd gana campeonatos, y partidos, que a poquito que una levanta la voz, al final todos acaban recurriendo a las mismas cositas: el resultado. Pero es que ese resultado esconde grandísimas mentiras. Porque es una grandísima mentira que el niño Torres se vaya a llevar el trofeo al mayor goleador de la Copa Confederaciones por un partido jugado contra… Tahití. Y porque es una grandísima mentira que ayer España «triunfara sobre la muralla italiana» merecidamente. Merecieron perder, igual que los otros: simplemente ganó el menos patético, porque a juego coñazo, ganaron los dos.

Y luego están los periodistas, y muy especialmente los babosos de la tele, aunque algunos titulares de prensa son como para tirar el periódico por la ventana. Yo tenía un amigo francés que me decía (hace años) que le sorprendía lo ecuánimes que eran los locutores de fútbol en España. Eso ya pasó. Ahora son forofos, gente que narra los partidos de la tele como si fuera la radio, y que si no saben describir, ya no hablemos de calificar. Ayer uno de Telecinco llegó a decir la imbecilidad de que Casillas había desviado un penalty con la mirada… Así estamos, amigos, hemos inventado el periodismo mágico. De aquí a que nos digan que Del Bosque lleva en el bolsillo bolitas de muérdago para cocinar una poción sublime, nos queda bien poco. Miedo me da ver otro partido, igual mira Casillas a cámara y me quedo embrujada todo el verano.

En fin, el domingo jugaremos contra Brasil. Espero que nos pongan la cara bien colorada. A ver si tenemos suerte, y nos humillan con muchos goles y con juego bonito del bueno. Y no con ese mentirijuego de la selección, ese juego alelado y pastoso que pide a gritos un poquito, sólo un poquito, de frescura.