Ayer se destapó la noticia de los precios que pagan los señores diputados y la cofradía de periodistas y políticos que se dejan caer en el Congreso a la hora de la comida o del desayuno. Así es vd y yo con nuestros impuestos les pagamos una subvención, y así un menú de cosas bien ricas les sale por 9 euros. Esto de tener una ayuda por comida no les pasa ni mucho menos a todos los trabajadores, no desde luego en la mayoría de las Pymes españolas, ni es algo que se puedan permitir los autónomos. Y por cierto, que cuando sucede en una empresa privada, eso lo costean los clientes, no los contribuyentes forzados por la ley a pagar este tipo de prebendas. Que les salga el café a 0,85, no sé a vds, pero a mí me parece un chollo, porque a mí me cuesta 1,30, que es lo que cobran en las cafeterías normales.
El colmo es que tienes que escuchar o leer al tertuliano de turno decir que eso es el chocolate del loro. No, no es el chocolate del loro, sino el humo que te dice dónde está el fuego. Estos señores diputados se creen que trabajan en una multinacional en donde pueden aspirar a tener lo que se llaman beneficios sociales, sin tener en cuenta que en la empresa privada esos beneficios sociales se dan para tener contento al trabajador, para que haya un buen clima laboral, para que el empleado no piense en largarse a la competencia y sobre todo, para redondear el sueldo del empleado con algo que cuesta mucho menos que el valor percibido que tiene.
¿Y AHORA ME PUEDEN DECIR VDS CUÁL DE ESTAS RAZONES JUSTIFICA QUE LOS CONTRIBUYENTES TENGAMOS QUE PAGAR ESA MAMANDURRIA?
La noticia de al lado me cuenta que Rajoy ha conseguido que este año tengamos un objetivo de déficit mayor que… ¡EN 2011!. Y además le pide a Bruselas que las ayudas al desempleo juvenil no computen en el déficit. Supongo que necesita los 3.000 millones para repartirlo entre los caciques de su partido, con los que se ha reunido para repartirse las sobras del expolio que practica el psicópata de Montoro lo más asimétricamente posible y así contentar a todos, lo que significa darles el máximo posible y no el mínimo deseable. O sea, que siguen a lo suyo. Y a lo nuestro, porque a lo que se ve les molan mucho las ventajas de algunas empresas privadas sin tener que atender a ninguna de las obligaciones, como son que en una multinacional a ningún directivo ni a ningún jefe de medio pelo, ni siquiera a un empleado normal y corriente se le consiente cumplir objetivos con tres años de retraso. A ese empleado se le pone de patitas en la calle o se le quita de en medio y se le lleva a donde estorbe menos, sin más. Ni se permite poner en marcha una reforma o realizar una inversión sin presentar un análisis exhaustivo con datos medidos, objetivos y rigurosamente tasados. Ni saltarse las reuniones permanentemente, como hacen ellos. Ni mentir con los datos, falsificar papeles o recibir comisiones por servicios al margen de la empresa.
Yo creo que, ya puestos, deberían bajar todavía más el precio de las bebidas alcohólicas: así, mientras esta pandilla de zánganos se maza a gin tonics, no nos siguen fastidiando la vida con sus leyes inanes y sus parloteos absurdos. Que se los tomen de buena mañana, después del café y antes de la comida, que para eso les sale bien de precio.