Tal vez os hayáis preguntado alguna vez por qué os trato de usted en los post. O tal vez no os lo hayáis preguntado nunca, posibilidad que a mí en estos momentos me trae al fresco porque me dispongo a contároslo. Pues sí, queridos: 569 post después, lo voy a explicar.
Hay tres razones. Siempre hay tres razones. La primera de ellas, es que el imperativo de la tercera persona del plural, si usamos el tuteo, me parece cursilísima. No me sale eso de escribir «pensad», «salid», «reflexionad», «comprad», «usad»… No digamos ya lo de «idos». «¡Idos, y luego volved!» me resulta inquietante, me da la sensación de que os iréis a Marte y que luego os costará mucho volver. Ese «volved» con eco …ed…ed…ed. Muy inquietante, ya digo. Cuando hablo, nunca pronuncio así. Uso el infinitivo y soy muy consciente del error, pero me trae al pairo. Y no estoy presumiendo de nada, en absoluto es una pose. Sencillamente no me sale, me parece falso y un poco cursi. Yo tengo tendencia a pensar que el sujeto que suelta un «escuchadme», luego en su casa dice «oírme». Entre otras razones porque si dice «escuchadme», en el 80% de las ocasiones lo correcto sería decir «oídme», aunque ése es otro tema que está relacionado con la tendencia que tienen todos los memos a elegir la palabra más larga en caso de duda. Pero a lo que iba: digo «pensar», «salir», «reflexionar», «comprar», «usar», e «iros», y uso el infinitivo en vez del imperativo con total tranquilidad. «¡Iros, y luego volver!», y así sé que os iréis cerquita y que volveréis seguro. Ese imperativo que me resulta tan incómodo (una manía, como otra cualquiera), se puede evitar, más o menos. Y así, en vez de «pensad», se puede escribir «yo os pediría que pensarais», o «podríais tomaros la molestia de pensar», pero complica la frase y al final, me acabo liando. Esta es la primera razón, muy vergonzante, como veis. ¡Ved la razón, amigos!
La segunda razón es que el ustedes me resulta simpático, en especial en un ambiente normalmente poco serio como es este blog. Más que simpático, coñón, con perdón de la palabra. O sin perdón, qué coño. Quizá a vosotros os suene lejano, distante, incluso algo remilgado, pero a mí, en según qué frases, según qué post y con según qué tono, me parece divertido. Y me hace reír. Recordad que este blog lo escribo para reírme las más de las veces, aunque me ría yo sola, las más de las veces también.
Y la tercera razón no existe, pero siempre hay tres razones. Así es que pongamos que lo hago porque me da la gana, y todos tan contentos. Enfadaos si queréis, pero sopesad la ventaja de mi franqueza. Convenceos, amigos míos, volved mañana y comprobad que todo ha vuelto a la normalidad. Horrorizaos con ser llamados de usted, pero seguid leyendo, no desfallezcáis o desfalleced, pero sin que se os note, o sea, hacedlo con disimulo. ¿De verdad que esta última frase os resulta cercana?
¡Dudad y perded toda esperanza, hacedme caso!