A ver, que yo ya me he perdido un poco con esto de Urdangarín. Es verdad que no sigo los detalles del caso (o sea, como cualquier tertuliano), pero hasta ahora lo que se sabe es que el tipo conseguía contratos por ser el yerno del Rey y que sus informes eran un truño. Ya, ya sé que hay por ahí cositas fiscales, pero yo estoy algo perdida porque en ningún periódico encuentro respuesta a algunas preguntillas: ¿Quién decidía la contratación de los servicios de Urdangarín? ¿Quién autorizaba el pago? ¿Dónde están los informes de inversión que justifican esa contratación? Porque cuando se paga por algo, lo que debe haber es un documento que justifique la inversión. Algo, no sé, un post-it sin ir más lejos… De momento, yo sólo veo «tuitulares» de periódicos, pero no he visto que se haya imputado a ningún político. ¿Se me habrá pasado? A ver, que venga Sor Juana Inés de la Cruz y que pregunte: Oiga ¿Quién peca más? ¿La que peca por la paga o el que paga por pecar?
Los pecadores, o sea los del post-it, han salido uno detrás de otro a señalar a la Infanta, que sólo es la esposa de la puta, y a pedir que se la trate como a una chica del montón. Ellos, uno detrás de otro, explicándonos que la justicia es igual para todos. Nos enseñan a la Infanta en un cubilete y esconden el cubilete con premio, o sea, ése que les permite a ellos ser aforados y disfrutar del Supremo, en donde ya sabemos que están los jueces que han puesto sus partidos. Ah, la justicia del pueblo, que coge la venda de los ojos y la convierte en velo para su danza delante de las cámaras, mientras el diputadillo regional se azora por el caso y se afora por si acaso. Ver para creer.
¿Y la chica del montón? Pues ya ven, tan contentos que estábamos con una monarquía tan normal y tan democrática, que se casaban con gente del pueblo, con nietas de taxistas y sudorosos jugadores de balonmano, y ahora resulta que la infanta es una madre y esposa que le ha dado por permanecer con su marido, algo que no es nada democrático ni normal. Y en una infanta, imperdonable. Así es que no se comprende cómo no se divorcia de inmediato y le tira los cuatro niños a la cabeza al Urdanga. Todo sea por la Corona, ese marrón. Ah, no, no: ellos deben hacer como el pueblo, casarse con divorciadas pero luego no deben hacer como el pueblo, o sea, tener alguna posibilidad de ser declarados (y creídos) como inocentes: porque con los poderosos, todo lo que no sea la cárcel será considerado un privilegio.
Supongo que ya está en marcha la kedada para el escrache a las puertas del juzgado en Palma. Tricoteuses a gozar…