Lo siento, mi amor pero hoy te lo voy a decir aunque pueda faltarme el valor al hablarte a la cara. Lo siento, mi amor, pero ya me cansé de fingir y pretendo acabar de una vez para siempre esta farsa. Lo siento, mi amor, lo siento, mi amor, lo siento, mi amor.
Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo, que mi cuerpo no tiembla de ganas al verte encendido. Y tu cara y tu pecho y tus manos parecen escarchas, y tus besos, que ayer me excitaban, no me dicen nada.
Bien. Llegados a este punto, creo que conviene parar a decir algo. Este último párrafo, más que una ordinariez, que también, es que es algo muy impropio de una señora. Yo no creo que haya necesidad de decir estas cosas a nadie, que la gente tiene su corazoncito. Si no te mola, pues haces la maleta, agarras la puerta y te vas, pero no le digas esas cosas, mujer. Y si ya me parece una bajeza y un detalle muy feo que le sueltes esto al pobre hombre, ya lo último es que encima te pongas a cantarlo por el patio. Y luego ese lenguaje: ¡Verte encendido! Por favor, ¿Qué le decimos a los niños que están en el salón? ¿Que tu marido es un gusiluz?
Y es que existe otro amor que lo tengo callado, callado; escondido y vibrando en mi alma, queriendo gritarlo. Ya no puedo ocultarlo, no puedo callarlo, no puedo y prefiero decirlo y gritarlo a seguirte fingiendo.
¡Amiga, así es que era eso!… ¿O sea, que le pones los cuernos y luego le echas la culpa? Pero, a ver, querida, si estás pensando en el vecino del cuarto ¿cómo no te va a parecer que acostarte con tu marido es como acostarse con una farola? Entonces, primero que la culpa no es suya, y segundo, que no me parece ni medio bien que le pongas pimpando y le dejes de cara al público como si te abrazaras al palo de una escoba, cuando a lo mejor el caballero tiene intacta su capacidad de hacer el salto del tigre un par de veces cada madrugada. O sin llegar a eso, que hace sus esfuerzos por cumplir honrosamente, oye, que el que da lo que tiene no está obligado a más. Pero tú, nada, le sueltas esa coz y encima, ¡hala, a gritarlo por el patio!
Qué cosas hay que oír de vez en cuando.
Jis jis jis jis jis, mu bueno, mu buenooo….:lol: 😆 😆
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🙂 Me alegro.
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Jajaja,,,, increíble pero cierto, por lo que intuyo el mal gusto no es solo en las letras de las cancones, je. Ah, y ¿no sabía yo que escucharas a la Jurado?, bien, bien, confirmo tu multifaceta.
Un beso,
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Bueno, yo lo que escucho es la radio, mayormente…
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Siempre me sorprendes. Jamás habría dicho que conocías esta canción hasta este punto. Muy bueno.
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A ver, en google se encuentran las letras. Yo me sabía sólo lo de «hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo», y que siempre me pareció una ordinariez.
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¡Rocío Jurado!, ten cuidado, se empieza así y sin apenas darte cuenta acabas de fan de Melendi cantando a grito pelao eso de «Barbie de extrarradio» 😉
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¡Pero que no me gusta!
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Sí, lo peor es dejarle y encima gritarlo a los cuatro vientos por todo el barrio, pobre hombre, ahora como sale a la calle…
NA: La Jurado tiene su aquel. Algunas canciones están bien. 🙂
Un beso.
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Una voz portentosa, pero reconoce que cantaba auténticas idioteces, por no decir otra cosa. No tenía gusto, para mi gusto. 🙂
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Sí, realmente esta señora no tiene perdón. No sé si de Dios, pero desde luego no debería tener el perdón del marido…
Muy gracioso!
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Vamos, que es abofeteable. Que tanto amor ni que tanto amor….
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No seas dura, Carmen: era una letra muy poética, ¿no?
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¡No! 🙂
Gracias por pasarte y bienvenido, Fernando.
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¡¡Me ha encantado lo del gusiluz!!
Esa mujer cantando flamenco me deja embobada, pero cantando otro tipo de canciones la verdad es que no me gusta.
Besazo
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Yo ayer hablaba con alguien sobre la canción del fuego fatuo. Lo único que le he oído que me gusta.
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Jaja, más razón que un santo! La señora es una adúltera y nos lo quiere vender envuelto en bonitas palabras, más bien es que la señora es adúltera y cursi, y el pobre gusiluz aguantando. Una patada y a tomar viento la señora por el patio de luces
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No es para tanto, no hay que exagerar tampoco 🙂
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