Decir la verdad o no decirla

Una cosa es no mentir y otra decir la verdad. Y una cosa es no decir la verdad y otra mentir. Del mismo modo, no es igual quien dice «yo no miento nunca» que aquel que afirma «yo siempre digo la verdad». Siguiendo con el razonamiento, no es igual una persona de la que decimos «siempre miente» que aquel de quien decimos «nunca dice la verdad».

¿Me seguís?

Para no decir mentiras, hay una vía intermedia que es guardar silencio. Por prudencia, o por cortesía, o por conveniencia, qué más da. Esto no siempre es posible, y entonces ya juegan ciertas habilidades sociales que consisten en dulcificar las cosas, ser diplomático, o irse por la tangente. No hablo del disimulo, que es el hermano cutre de la hipocresía, sino de tener la habilidad de cambiar de tema, distraer a la audiencia o salir airoso, y evitar una verdad cruda que no interesa a nadie.

Si yo estoy hablando con alguien que es feo como un sapo, no gano nada diciéndoselo. Claro que si me pregunta directamente si yo creo que es guapo ¿Qué puedo hacer si no quiero mentir? Veamos.

A/ «Pues mira, no, no lo creo. Me pareces un sapo». De esta respuesta, llena de sinceridad, me sobra el comentario final, que considero un pelín insultante, aunque sea factual. Y la respuesta, seca, a no ser que tengas una sonrisa imbatible o hagas un gesto de amabilidad indudable, puede hacer mucho daño. Así es que ojito, no todos os podéis permitir esto.

B/ «La verdad es que a mí no me lo pareces, pero yo tengo mi gusto, por supuesto, tal vez deberías preguntar a más personas». Vamos mejorando. Es una respuesta a medio camino entre la diplomacia y la evasión, aunque hay un trasfondo de falta de seguridad en uno mismo un poco incómodo. En fin, puede pasar.

C/ «Pues todo el mundo es guapo, porque la belleza es un concepto tan subjetivo. Y por otra parte, la belleza está en el interior…» Amigo, vas por muy mal camino. Si sigues por ahí, te puede repreguntar y no te quedará más remedio que echar mano de la respuesta A. Y eso sin contar con que estás quedando como un imbécil…

D/ «¿Guapo? Yo no diría guapo. Creo que tienes una cara muy personal». Así, muy bien, eligiendo adjetivos incontestables y evitando decir «pero» antes de «creo», porque la adversativa implica una incompatibilidad que no es conveniente para el corazoncito del sapo.

E/ «¿Guapo? No, no te veo guapo, pero me pareces muy muy simpático». ¿Veis lo de la adversativa, cómo llena la frase de hipocresía? Aparte de que hay que tener cuidado con el adjetivo que elegimos para equilibrar la verdad: decir eso de «no es guapo, pero es muy simpático» es como cuando dices que unos zapatos son feos pero comodísimos: o sea, que son feos y no sabes cómo explicar el mal gusto que tienes.

F/ «¿Que si me pareces guapo? ¿Tú qué crees, que me lo pareces o que no?». Huy, cuidadín con esos juegos, porque te pueden llevar a tener que levantar un no, y levantar un no es mucho más difícil que tumbar un sí. Si te responde de manera rotunda «Pues no, yo creo que no te parezco guapo«, a ver cómo sales, querida.

G/ «¿Que si me pareces guapo? ¿Y por qué lo quieres saber?» Esas devoluciones de bola llevan también algo de peligro, porque si te pasas con el liftado puede parecer una insinuación de quinceañera atribulada y eso es lo peor que puede hacer una mujer. Ya no digamos un hombre…

H/ Y sin necesidad de decir nada, se puede tirar un florero con agua al suelo o un bote de bolis por la mesa, como movimiento de distracción. La única dificultad es tener algo así a mano. En su defecto, siempre puedes gritar ¡Fuego!

I/ Otras… (no sigo, que me canso). Pero acepto sugerencias, por supuesto.

¿Que cómo respondería yo? Pues si os digo la verdad, yo preferiría que no me lo preguntaran. Ya, muy Bartleby… En fin, si así fuera, esta entrada creo que me proporciona una buena respuesta: «¿No me digas que has leído mi post?«.