Messi y el esmoquin de faralaes

Le han dado el Balon de Oro a Messi, por cuarto año consecutivo. Habría que discutir en serio si “eso” es un premio o un concurso, teniendo en cuenta que el voto del capitán de Nueva Caledonia vale lo mismo que el de Casillas. Eso sí, sorteo no parece: en todo caso, tómbola de feria, que en los pueblos siempre hay un alcalde a mano para amañarlo a conveniencia: qué alegría, qué alboroto, ¡le ha tocado el perrito piloto!

Messi es como la Schiffer de principios de los 90, que parecía que no había otra top model sobre la faz de la Tierra. Daba igual que por las pasarelas anduvieran, con igual o mejor estilo, belleza, clase y finura una Cindy Crawford, una Elle Macpherson o una Naomi Campbell. En el mundo sólo existía Claudia Schiffer, que a su cabecita de Barbie de los Alpes se le atribuía también inteligencia, sagacidad, sentido del humor, simpatía y mucho amor por los animales, tal vez confundiéndola con Brigitte Bardot, con la que tiene un aire. Con Messi pasa algo parecido. ¿Será el amor por los animales?

Para el Balón de Oro 2012 se supone que computan los méritos de 2012. O sea, que en los pies de Messi, ganar la Copa del Rey es como ganar la mundial, que diría mi hermana. Si yo fuera su manager le aconsejaría apuntarse al Tour de Francia este verano, que seguro que no lo gana pero tendría mucho mérito para el Balón de Oro 2013, ya me dirán ustedes. En cuanto a talento, nadie duda de que lo tenga. Lo que está por demostrarse es que lo mantenga cuando le peguen las patadas que le dan a otros, o le rompan alguna ceja en el campo. Pero me parece bien: hay que exigir no ya juego limpio, sino juego impoluto, juego de Mr Proper. Y al que mire a Messi, siquiera para asombrarse, se le pita falta intencionada (por la intención) y tarjeta amarilla. A un ser celestial no se le puede incordiar cuando trota por el césped con el único fin de encandilar a esos seres inocentes que son los niños. La belleza es la belleza y la juventud, divino tesoro.

Pero lo que sin duda ha hecho de Messi un ganador de Balones de Oro es su personalidad y carisma, de eso tiene tanto que le sobra. Es como Ballotelli, pero en hobbit. Yo pensaba que el esmoquin de Georgi Dann que me llevaba el año pasado era insuperable, pero no. Para esta temporada hemos elegido un esmoquin de faralaes por el que habría que concederle la nacionalidad. La catalana por lo menos, aunque se merece la andaluza, aunque sea de propina. En fin, chicos: se dice que cuando pierdes, lo malo es la cara de tonto que se te queda. La originalidad de Messi consiste en tenerla también cuando gana. Aunque sea una sencilla Copa del Rey.

Messi, ese hortera