Ya les conté en una ocasión que hace unos años fui a Japón en viaje de estudios. Mi experiencia entonces en lo que a comida japonesa se refiere era muy limitada: una cena en París en un restaurante en el que casi me vuelvo del revés. Me pareció espeluznante. Y sin embargo, mi gran descubrimiento en Japón, aparte de Japón, fue la comida. Con la excepción de un almuerzo a base de algas de todos los colores pero de un sólo sabor (el repugnante), me pareció una comida deliciosa. No sólamente los sabores, sino también la textura, los colores, la presentación, todo, me pareció una auténtica maravilla. Algo muy sorprendente, especialmente cuando yo esperaba estar una semana a base de patatas fritas y galletas. Las sopas, las carnes, los pescados, los mariscos, las frituras, los arroces, las verduras, todo estaba exquisito. Y daba un poco igual el restaurante, porque fuimos a buenos sitios, pero también a restaurantes rápidos en centros comerciales. Daba igual: aquello fue toda una experiencia gourmande.
Fuera de Japón, la comida japonesa siempre me ha parecido una porquería. Y no crean, que lo he vuelto a intentar en varias ocasiones. Sí, ya sé, ya sé, es que no elijo el buen restaurante. Pero a cambio, siempre elijo el menú degustación, que se supone que es el top de lo que pueden ofrecer. Y vaya, si eso es la degustación, qué será el «plato de resistencia»… Y el caso es que tiene buena pinta, la comida, tan mona, el cuenco de arroz bien pegadito, los pegotitos verdes y amarillentos de algo, el salmoncito rosado de cobertura de «esa cosa», la tempura, el sushi, el sashimi, el yakitori chinpún y el cliente con los palillitos yendo y viniendo, comiéndoselo todo, huy qué rico, y las salsitas, ésa es dulce, ésa es salada, ésa no sé pero pruébala, ni de coña, pruébala tú antes y ya me dices. Y luego, cuando acabo de comer y digo que me ha parecido una mierda, como siempre, y cuento lo de Japón entre suspiros de nostalgia, mi acompañante de turno me dice: no, es que este restaurante no es bueno, te voy a llevar a uno que es comida japonesa de verdad… Qué aburrimiento de promesa.
Para mí que no hay «japoneses de verdad» si no es en Japón. La materia prima no es la misma, y luego que es como si yo monto un restaurante español en Kioto: pues se pueden morir los clientes como se coman una tortilla de patatas que yo haya cocinado, aunque me llame Carmen Jiménez y haya nacido en el barrio de la Guindalera. Aquí yo no tendría éxito, y me parecería normal, pero llega Tamura Horikogui, un suponer, se viste con un mandil de motivos manga, se pone a hacer sopa, le llama Guachimiji, y el pijo de turno se deleita. Y luego se pone a hacer albondiguillas o fríe unos trozos de pollo y los ensarta en un pincho, le llama Yokoporo y ahí estás tú, comiéndote un pincho moruno infame y diciéndole arigato al camarero. Miren: en España ni se te pasa por la mente comerte unas albóndigas en un restaurante si no es de confianza, excepto si es un japonés. Eso sí: te las comes con mucho arroz y un par de palillos.
Ayer estuve en París, visitando un centro comercial. Cuando terminamos la reunión, nuestros anfitriones nos propusieron ir a comer a uno de los restaurantes del lugar. Nos dieron a elegir y entre las opciones, un japonés. En el límite, hubiera preferido un Mac Donalds, la verdad, pero nunca protesto en comidas de trabajo. Y ahí estaba yo, como una campeona, pidiendo un extra de patatas fritas con ketchup de acompañamiento. Por si los japos. Se ve que no tengo buen saque…
Mi querido consorte hizo un post grado en Tokio. 1 año. Es la primera y única vez que lo he visto delgado. Luego me llevó a conocerlo…
A mí también me pasó lo de no encontrar el japones bueno, pero ni en Tokio, ni en Osaka, ni en Kioto… 😦
Me había contado sus penurias y lo pude comprobar in situ. Lo siento.
Besazo
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No lo sientas, ¿Por qué? Hombre, lo que me cuentas me parece que no puede ser mala suerte, pero lo que cuento yo tampoco es tenerla buena. ¿serán gustos distintos? 🙂
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Tendré que ir a Japón!!!! bss
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A mí me pareció un país fascinante. Lo recomiendo, y eso que no soy mucho de Asia, la verdad. Gracias!
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Lo que no le pondremos nosotras la próximas vez que nos visitie es una «dobin mushi», y eso que mamy la hace muy rica, pero ya sabemos que las setas no le gustan. Los sentimos, lo sentims, lo sentimos.
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No lo sientan, no lo sientan, no lo sientan. Que hacen vds unas recepciones de lo más hospitalarias y ricas :-), y unos regalos de lo más maravillosos!!
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¡Qué envidia y qué ganas de visitar Japón!
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Vale la pena ir. Pero es tan largo el viaje….
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Yo también quiero ir a Japón!!
He ido muy pocas veces a un japonés y sin llegar al extremo que cuentas, no me han parecido nada del otro mundo. Entonces pasa lo que cuentas «es que no hemos acertado, el próximo día vamos a un japonés-japonés» (reiterándolo, como si así fuera más auténtico). Los snobs hablan de «japoneses» regentados por chinos (¿cómo los llaman … Japinos?)
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Si, bueno, esa es otra, que muchas veces no son japoneses, sino japinos, o vete a saber. Ahora, si no me gustan los japoneses ya los chinos ni te cuento: ni entro.
Me refiero a los restaurantes, of course.
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A mí me gusta, o mejor dicho, no me disgusta la comida japonesa que he comido por aquí, aunque reconozco que frente a una paletilla de cordero la comida japonesa que he probado sale perdiendo…
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Suerte que habràs tenido, aunque yo creo que frente a la paletilla de cordero sale perdiendo cualquier cosa, desde luego.
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A mí no me atrae la comida japonesa. Nunca la he probado. Un beso.
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Mujer, como para estar sin probarla tampoco es. Túruébala, que lo mismo te gusta, quién sabe! 🙂
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Hummm, me encantaría ir a Japón, porque disfruto observando culturas y formas de relacionarse diferentes…También me agradada cuando salgo probar comidas y sabores distintos a los cotidianos de casa, para algo lo hago…., ahora, para comer, comer, mis pucheritos, mis potajitos, mis pescaítos…je, los más ricos.
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Ya. Tú no has probado el pisto de mi madre. Y la paletilla de cordero que mencionan más arriba. Pero a mí me pareció una comida xtraordinaria.
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Invitame, estoy disponible, jajajaja. Un beso
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