El 11 de septiembre, en Cataluña celebran su fiesta autonómica. Han elegido como fecha el recuerdo de una derrota, que no deja de ser un síntoma. Por mí, como si celebran el cumpleaños de Mortadelo. A estas alturas de la película ya nos conocemos todos y lo de los nacionalistas catalanes es como lo de los futbolistas, que dicen que ya no son felices y lo único que buscan es que les suban un poco la ficha.
Yo no sé vds, pero yo estoy harta de estos plastas. Estoy cansada de esa melancolía, de ese lloriqueo, de esa queja permanente, de lo pesados que son. Me aburren. Me aburre su hipocresía y esa cantinela mentirosa de que ellos pagan todo, como si por allí no hubiera pobres. Agotan, y si agotarme era su estrategia, yo me rindo.
Yo pienso que desde los romanos, ya ha llovido. Los países han nacido y se han deshecho por guerras, por acuerdos y hasta por matrimonios. ¿Y qué pasa por separarse? ¿Y qué si se van? No está escrito en ningún sitio que tengamos que seguir unidos para siempre jamás. Más se perdió en Cuba… No entiendo la resistencia de los sucesivos gobiernos a hacer un referéndum sobre la independencia en Cataluña. No se por qué es mejor seguir discutiendo por encuestas y medir las cosas por el espacio que ocupan en la calle cuatro mataos. O cuatrocientos. O cuatro mil, me da igual. ¿Qué problema hay en hacer un referéndum y salimos todos de dudas? Si sale SI, se hace un calendario de separación y ya está, tan amigos, que tampoco es un drama. Mira, si en el fondo nos interesa: así el resto de españoles tendríamos 42.000 millones menos de deuda. En cuanto al NO, tendría que llevar una condición: que si sale, los nazionalistas se callen de una vez y dejen de dar el coñazo (esta es una oferta imbatible para que los no nacionalistas se animen a votar, creo yo).
Decía Felipe González que en caso de referéndum por la independencia de Cataluña, el riesgo era que saliera que sí en el resto de España. Pues que no nos pregunten, y eliminamos riesgos. Aunque sin quitarle la razón, yo creo que en cuanto anunciaran el referendum, todos esos “patriotas de aldea” se volverían muy españoles de pronto, por no perder el chollo de la queja. Y sobre todo, el chollo de ser españoles de primera, y no unos catalanes más, normales y corrientes.
Si así lo quieren, que se queden con su país, con sus lamentos y con su dinero. Y también que se queden con su derrota, que a al resto no nos sirve para nada.