Agenda Colacao

Yo tengo últimamente una agenda Colacao. Y vds se preguntarán qué es una agenda Colacao. ¿Color chocolate? ¿Una agenda de publicidad de la marca? ¿Una agenda que sabe a cacao? Pues no. Se trata de una agenda con grumos. Voy a ver si consigo explicarme.

Una agenda sirve para ordenar las cosas que hay que hacer en el tiempo. Imaginen tres días completamente vacíos dentro de dos semanas. Y de pronto, surgen 2 solicitudes de reunión con mucha gente implicada, ambas para un espacio de tres horas, superponiéndose al comienzo y al final y con viaje de por medio.  Tienes el día anterior y posterior sin agenda, incluso la tarde liberada, pero las citas se quieren colocar a la vez. A esto le llamo tener un grumo. Y como últimamente se me hacen muchos grumos, mi agenda me recuerda a un Colacao con leche fría.

Hoy se lo he comentado a mi querida E., que es la dueña de mi tiempo, y me ha reprochado el símil porque ella se siente como una cucharilla para eliminar los grumos y no le parece agradable estar venga a remover y remover. He estado tentada de decirle que también se pueden aplastar los grumos contra la pared del vaso, pero ante el riesgo de que me dijera que me apañara yo con mis grumos, he preferido callar y dejar que siguiera removiendo. Entonces ha intervenido S., que tiene buena parte de culpa en la creación de los grumos para decir que el asunto se resolvería si yo utilizara leche caliente o si comprara Nesquik, a lo que le he tenido que contestar que si ella no echara tanto Colacao de golpe en el vaso, E. tendría menos problemas para deshacer los grumos.

Y en esas estábamos cuando ha llegado el gran grumete de mi agenda Colacao. Soy una víctima de los mercados.

Cambiar un recuerdo

El Real Madrid no pudo llegar a la final de la Champions League este año porque perdió el partido de vuelta de semifinales en el Bernabéu contra el Bayern. Aquel partido se perdió en la tanda de penaltis, que no es en absoluto una lotería sino un castigo para la tensión arterial de cualquier aficionado, aparte de un buen jarabe de palo para el equipo que pierde y que luego se lamenta de no haber sido capaz de meter el golito de la clasificación durante 120 minutos. Pero yo supongo, y sólo lo supongo, que para los jugadores no debe ser tampoco un plato de gusto…

Sergio Ramos, un jugador de quien la mayoría guarda una primera impresión llegando como el Tony Manero de Camas a la capital para firmar su contrato, mandó en aquella semifinal su disparo a la luna y se convirtió entonces en el pimpampum de todas las bromas y de todos los chascarrillos no ya en Madrid, sino en toda España. Poco importaba que Cristiano y Kaká, uno delantero y otro mediapunta, ambos Balón de oro y ambos FIFA World Player, hubieran fallado en su turno. Ramos, un jugador magnífico a quien todos los graciosos de España ya recordaban por la imagen de una copa del rey descacharrándose a cámara lenta desde un autobús de celebración, ahora iba a ser recordado por aquel penalty que apeaba al Real Madrid de la Décima. La gran mayoría de los jugadores no podrá fallar nunca un penalti como ése por la misma razón que la Reina de España no se podrá romper nunca una uña fregando platos. Una bendita cruz de la que aquí se reía todo el mundo, y algunos hasta babeaban un poco de hiel.

Y ayer Sergio Ramos, con una final de Eurocopa sobre el tapete, se volvió a presentar voluntario para la lista de los penaltis. Y no sólo hizo gol sino que además cambió para siempre el recuerdo que, a partir de ahora, tendrán los españoles de él. Bien hecho, Sergio Ramos, bien hecho.