Jefes

Si vd dice que todos tenemos un jefe creerá que tiene razón, pero no. Hay quien no tiene jefe. Mi madre no tiene jefe, por ejemplo. Y mi vecina, la Sra. Marina, una anciana encantadora que da gusto verla, me da que tampoco. Así es que no piense que eso de tener jefe nos pasa a todos porque se llevará un chasco, una decepción o las dos cosas.

En las revistas y suplementos de negocios de los periódicos, siempre sale algún consultor a contarnos toda la variedad de jefes que existen. Hombre, se puede llegar al infinito haciendo un cluster, como dicen ellos, pero al final nos encontraremos con la cruda realidad: los jefes son o buenos o malos, y ya. A ver, yo comprendo que esta clasificación es un poco Barrio Sésamo y no da como para salir en el Expansión, pero mejor no complicarnos mucho la vida, que para eso ya están los jefes ¿no les parece?

¿Y qué es un mal jefe? Pues yo diría que el mal jefe es aquel que, o no lo asume en absoluto, o lo asume demasiado. El que pasa de ti y no te hace ni caso y que por lo tanto ni te enseña, ni te integra en el grupo, ni te respalda, ni te valora, ni te acompaña, ni te dirige, ni nada, o sea que está de marmolillo, más o menos; y luego el que adopta el rol de jefe macho alfa y que está convencido de que es superior a ti, cuando lo único que sucede es que tiene una misión distinta a la tuya, una de cuyas tareas es la de dirigirte. Y aquí nos encontramos con todos los clichés del jefe mandón: cobarde, despótico, tóxico, irascible, chantajista y muy mala persona. O sea, un marmolillo acabado en punta, que tiene en común con el marmolillo romo que resuelve poco y mal, y termina despeñando a toda la organización. En ambos casos, se trata de carniceros que solo ven carne, y uno nunca sabe cómo es posible que hayan llegado hasta ahí. Aunque se lo imagina…

¿Y qué es un buen jefe? Pues el se da cuenta de que tiene que dirigir a personas y se pregunta cómo será mejor hacerlo para cumplir objetivos y vivir todos un poco mejor. Claro, luego las soluciones que imagina y que pone en marcha pueden ser muchas y muy variadas, más o menos acertadas, más o menos populares y más o menos complicadas. Y por supuesto, hay derivadas a tener en cuenta, que es si el jefe pone por delante al colaborador o a su propio jefe, si pone al cliente o a la organización y si lidera con ideas o con números, pero esto forma parte ya de la guarnición que le pongamos al filete, digo al jefe.

Hay otra clasificación más literaria que es la de distinguir entre jefes, jefecillos y jefazos. Pero de esa ya me ocuparé otro día, que mañana es lunes y tampoco les quiero incomodar.