Yo como casi de todo. Digo casi porque hay cositas que no están hechas para mí, y si digo que no como algo, no lo como. Esto es un decir que luego se cumple a medias, y tal vez algún día me anime y les cuente mi (única) experiencia con un plato de coliflor. Pero hoy quisiera hablarles del queso, esa guarrería.
El único interés que encuentro en los chinos, y en el mundo achinado en general, es que son culturas en donde no comen esa porquería, hecha a base de leche llena de bacterias, moho y otros animalitos muy chiquitines. Claro, alguno me dirá que cuánta hambre tendría el primer hombre que se comió una ostra, pero esto es muy distinto. El primer hombre que comió un queso, para empezar se había olvidado la leche en la tripa de cualquier animal muerto y después se metió en la boca una cosa que, objetivamente, apesta. Sí, ya supongo que a muchos de vds les encanta, pero yo no lo puedo soportar.
En mi casa y entre mis amigos, el queso es un manjar muy querido. Y yo diría que venerado si estoy yo sentada a la mesa. Por alguna extraña razón, el plato de queso siempre está debajo de mi nariz, ya sea en una comida familiar o ya venga el camarero con el pica-pica. Y aunque agarre el queso y lo mande al otro extremo de la mesa, para que le apeste a otro, el plato siempre vuelve a mí no una, sino varias veces. Y no lo entiendo, la verdad, porque si les gusta tanto ¿Por qué no se lo comen lo primero y rapidito? Pero no, el queso es como una cruz que llevo a cuestas. Por ejemplo, en la isla de Fuerteventura tuvimos que ir a un restaurante asturiano y pedir un platito de Cabrales, que viene a ser como ir a vendimiar y llevarse las uvas de postre. Desde luego, la ensalada de queso de cabra es muy a menudo el primero a compartir. Y en París tuve que prohibir terminantemente la compra de quesos en el aeropuerto de llegada, que es el mismo que el de salida pero sin el riesgo de que el paquetito se paseara por mi apartamento, aunque de llevarles a comer fondue no me libré creo que con nadie. Y es que yo tengo un problema de convivencia, no sé si con el queso o con mis amigos.
En una ocasión para mi cumpleaños, mis amigos me hicieron un vídeo muy divertido. Cogieron la idea de la película de Toma el dinero y corre, y así se ponían peluca negra para criticarme o rosa para criticarme menos. Este corte, que forma parte de los descartes – y que me dieron después para que me riera lo que se rieron ellos haciéndolo -, a mí me resulta muy significativo. En todo caso, y quesos aparte, espero que les divierta (si entienden algo).