Ese aire postizo que resfría

  Trujillo tuvo una sensación de fatiga.  El sol calentaba cada vez más, y, como todos los visitantes de su despacho, el senador Chirinos ya sudaba.  De rato en rato se secaba la cara con un pañuelo azulino.  También él hubiera querido que el Generalísimo tuviera aire acondicionado.  Pero Trujillo detestaba ese aire postizo que resfriaba, esa atmósfera mentirosa.  Sólo toleraba el ventilador, en días extremadamente calurosos.  Además, estaba orgulloso de ser el-hombre-que-nunca-suda.

Reconozco que soy muy friolera. Me viene de familia, aunque sólo de una parte. De la parte friolera, se entiende. Yo recuerdo a mi abuelo, en pleno verano, con camiseta, camisa y jersey de pico en el salón de su casa, en donde el sol pega de lo lindo por la tarde. Mi madrina también lo era mucho. En cuanto a mí, tengo que decirles que yo no quieto la manta de la cama en todo el año. Cualquiera sabe lo que puede traer el relente de una madrugada…

El frío me pone de muy mal humor, y si es ese frío mentiroso, me resulta insoportable. Hace muchos años, trabajaba en un despacho compartido y mi mesa estaba pegada a la ventana. La salida del aire era compartida con un director un poco «maría calores» que, además, tenía la llave del cajetín del aire. Y sobre todo, más que la llave tenía la responsabilidad suprema de la administración de la cosa. Yo aprendí a desconectar el aire metiendo la patilla de las gafas por una ranura del cajetín, y eso nos daba algún respiro hasta que este buen señor se daba cuenta de que la temperatura no estaba a su gusto, venía, abría el cajetín con su llave, y lo volvía a conectar.  Podéis imaginaros que a la quinta vez que tuvo que hacerlo, empezó a mosquearse: «No sé cómo lo hacéis, pero sé que esto no salta, que lo desconectáis vosotras de alguna manera. Ya os pillaré«, nos dijo con pose jupiterina y un natural acaloramiento. Siempre lo negué, claro, con aire muy inocente y yo creo que nunca descubrió cómo lo hacía. Y es que hay ciertas heroicidades que interesa dejar en el anonimato.

Ahora no necesito demostrar estas habilidades entre mañosas y rateriles que tengo. El nuevo dueño de la llave del cajetín es un chico encantador que me comprende. Incluso un día que le dije que el frío sería bueno para el cutis pero fatal para el humor, tuvo la galanura de decirme «vamos a cuidar entonces el humor, que tu cutis no necesita ningún tipo de conserva«. Bueno, esto me lo acabo de inventar para darle al post un tono un poco romántico. En realidad, me diría lo de siempre: «Ahora mismo voy, Carmen«. Y ahora mismo va siempre. Y menos mal, porque los cajetines ya los ponen a prueba de gafas.

PS: Esta cita está sacada de La fiesta del chivo, el libro de Vargas Llosa. En mi opinión, es una descripción perfecta del aire acondicionado, ese aire postizo que resfría, esa atmósfera mentirosa…

13 comentarios en “Ese aire postizo que resfría

  1. Yo sin aire acondicionado no podría vivir en Madrid. El calor de Madrid en verano es algo a lo que no me acostumbro a pesar de llevar más de veinte años viviendo aquí.

    Por supuesto que con mesura. En casa ahora mismo lo tengo puesto a 26ºC y cuando me acuesto con él puesto (con el temporizador puesto) lo pongo a 27ºC.

    El aire acondicionado es un invento maravilloso, solo hay que usarlo sabiamente.

    Por cierto, mi madre también es una hooligan anti aire acondicionado… 😉

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  2. Odio el aire acondicionado. Ni en climas tropicales en los que el aire acondicionado representa una necesidad casi tan importante como el respirar.
    Pero es que adoro el calor y destesto el frío. Yo soy feliz a 35 grados.
    El problema es conciliar mi vida con «don calores» (mi marido)
    Un saludo

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    • Habría que ver lo que dice él de ti 🙂 Yo también soy feliz, quizá no con 35, pero sí con 30 grados. Y en invierno tampoco pasa nada, te abrigas y ya está. El problema son esos frios polares de los restaurantes y de los centros comerciales, no digamos de las oficinas.

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  3. Andaba yo pensando que debería estar prohibido que la temperatura pase de 25º C, a partir de ahí da asquito todo (incluido el aire acondicionado). Para mí los 22º C es lo ideal y eso en su momento álgido porque salir de casa a las siete de la mañana a esa misma cifra ya empiezas con mal pie. Donde estén esos días de invierno que asomas la nariz y en tu primera respiración se te congelan los pulmones porque hay un cero bien redondito acompañado de viento norte…eso es el paraíso!! Y tienes toda la razón que dormir con manta en pleno verano es una muy buena experiencia.

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    • Lo de prohibir… casi no des ideas, que son capaces de ponerlo por ley. y total, como luego no se cumplen…

      Creo que tenemos otra «calorines» entre los comentaristas. De momento, empate.

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  4. Yo no soporto bien el calor. Y tampoco el aire acondicionado. Perifiero el frio. Del frio se defiende uno mucho mejor. Por suerte vivo en un lugar en el que rara vez superamos los 25º; en el que por las noches las señoras, y no tan señoras, echan mano de la rebequita. En La Coruña, además, el aire acondicionado no está muy extendido. En las viviendas es casi una rareza, y en locales de hostelería y oficinas, dependiendo de la orientación puede ser perfectamente prescindible.

    Y bien está que sea así, los calores mesetarios para los habitantes de la meseta. Se siente, pero es lo que hay.

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    • Vaya, se rompió el empate…

      Tienes razón en una cosa, y es que del frío se defiende uno mejor. Pero del aire acondicionado, no estoy tan segura.

      Sí, el calor (y el frío seco que te corta hasta las orejas), para los de la meseta 🙂

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  5. ¿…habéis probado lo de comer polvorones -de la estepa- tras una carrera de esas de 10 Kilometros por el asfalto en pleno Julio continental? -sin beber agua- …. ¡no sudas! …¿tú lo has probado Carmen? ¿cuántos te comes?

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    • Yo ni lo he probado ni se me pasa por la cabeza probarlo. Vamos, ni en pleno mes de enero. Pero lo mismo aparece por aquí alguien que también ha hecho el experimento, nunca se sabe 😉

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