El día 19 de abril este blog cumplió dos años. Había pensado escribir algo especial, incluso había tomado algunas notas en Semana Santa. Luego, lo que son las cosas, se me pasó completamente la fecha. Lo cual que debería reconfortarles casi tanto como a mí: todavía me convencen las prioridades del mundo 1.0, hasta el punto de dejarme allí la cabeza. En cuanto a las notas que tomé, me las dejé en el poblachón…
Tengo pocas cosas que decir que no estén dichas. Y además, ya saben lo poco que me gustan estos post ombligueros en donde nos ponemos a hablar de cómo abordamos la pantalla en blanco, cómo consideramos a nuestros comentaristas y qué sentimos al tener un blog. Digo lo poco que me gusta escribirlos, porque leer este tipo de entradas en otros blogs no es que me guste, es que me apasiona. Ver cómo los demás sufren casi tanto como yo me produce mucha tranquilidad, además de la satisfacción de hacerme sentir parte de una extraña tribu.
En estos dos años he podido averiguar dos cosas. La primera, es que soy incapaz de ceñirme a una disciplina concreta. Y así me está saliendo el blog: un puro disparate. Ni es un blog de vivencias, ni de pensamientos, ni futbolero, ni político, ni de sociedad, ni de costumbres, ni profesional, post cortos, largos, medianos, divertidos, tristes, serios, enfadados… Ya digo, un puro disparate. Y la segunda, y esto es un poco más incómodo, qué no tengo ni idea de lo que queréis, de lo que os gusta más, de cuáles son las cosas que preferís. Y no me refiero tanto a los que amablemente dejáis un comentario, que siempre me haceis reír o reflexionar y que en todo caso, ya expresáis motivos y pensamientos. No. Me refiero a todos los que entran en silencio, que sois muchos, o eso me parece a mí. Yo os pediría que votarais al menos. Bueno, no, mejor no, que el otro día entró uno que se dedicó a poner «very poor» en un montón de entradas y tuve dificultades para conciliar el sueño un par de noches. O sea, que si no os gusta, me ponéis «average«, y ya me hago cargo…
Y ya está el post más o menos terminado porque no tengo mucho más que decir, aunque sé que cuando recupere las notas que me dejé en el poblachón me tiraré de los pelos. Ya sólo me queda daros las gracias de corazón por leerme. No sois la razón por la que escribo en un blog, pero sí el mejor de los motivos.