Actualmente, sólo uno de cada siete consejeros en las grandes empresas es una mujer. Ese 14% baja hasta un dramático 3,2% si lo que buscamos es una mujer que dirija estas grandes empresas. Bruselas ha tomado cartas en el asunto y la Comisión Europea ha fijado un objetivo muy yupi del 40% para 2020. Por medio, encontramos muchas iniciativas privadas, incluso en España. Las razones tienen que ver con los principios, pero sobre todo con el negocio: las empresas en las que hay un mayor número de mujeres directivas tienen resultados significativamente mayores y gestionan mejor el riesgo.
Me parece bien todo esto, aunque cada vez que lo leo me viene a la cabeza esa escena de las Amistades Peligrosas en la que el Conde de Valmont se acerca a un poblado a repartir monedas entre los pobres para mejorar su imagen ante Madame de Tourvel, y termina desquiciado cuando comprende el mundo miserable que coexiste con su mundo de oropeles. Hay una brecha dramática entre los dos mundos, y uno de ellos parece no querer enterarse. Y mientras en uno se habla de cosmética, en el otro no hay ni siquiera la higiene más básica. Y no estoy hablando de la película.
Hace unos días me topé con un suelto perdido en las páginas de deportes del diario ABC. La mini noticia era que Arabia Saudí ha decidido prohibir la participación de sus mujeres en las Olimpiadas de Londres. Para que me entiendan correctamente, les estoy hablando de las olimpiadas de Londres de 2012, no de las olimpiadas de 1908. Arabia Saudí es un país en el que las mujeres no pueden salir solas a la calle, y en el que no pueden conducir un coche bajo pena de 10 latigazos. Ya de votar ni hablamos, claro. También están olvidadas por las feministas de pancarta occidentales ante la constatación, supongo, de que el uso de anticonceptivos es la última de las preocupaciones de los camelleros locales cuando salen a comprar esposa.
¿Un porcentaje de mujeres en consejos? Yo antes me preguntaría para qué. ¿Les parezco provocativa? Tal vez lo sea, pero antes, díganme: ¿De qué sirve que Doña Catalina Luca de Tena sea la Presidenta-editora de uno de los tres diarios de mayor tirada en España, si no es capaz de que esta noticia esté en las primeras páginas de su periódico? Está bien, no es negocio. Entonces, díganme ¿Para qué sirven esas mujeres que se sientan en el COI, en los consejos de ministros, en el Parlamento de Bruselas, en las Cortes, en la Comisión de derechos Humanos de Estrasburgo…¡En la ONU Mujeres!? Por no hablar de esa panda de feministas imbéciles para quienes la condición de mujer empieza y termina en la vagina, que sólo hablan de libertad sexual (sin duda haciendo de la necesidad virtud), y que se atreven a alzar la voz para regañar a unos académicos ancianos pero no para denunciar a estos cabrones con chilaba.
Sí, necesitamos mujeres en los consejos y en los centros de poder y de influencia. Pero mujeres que quieran cambiar el mundo y no sólo figurar en él. Líderes que muevan a las demás, que sientan que si hoy no luchan, mañana, cuando esos fanáticos estén en el capital de nuestras compañías (más todavía) ya no podrán luchar porque estarán debajo de una burka. Eso de que «los árabes tienen petróleo, fin de la discusión» no es admisible. Y no lo es porque estamos delante de cuestiones que no son secundarias, sino principales. No es cosmética, señoras: es higiene.
Yo tengo algunas ideas. ¿Por qué no dejar de vender coches en Arabia Saudí hasta que permitan a las mujeres conducir allí? Como en El Padrino, no es nada personal, sólo son negocios: La primera compañía que tome esa decisión (Mercedes, Audi, Chevrolet, Fiat…) y la publicite adecuadamente se hará con el mercado de las compradoras de coches en el mundo, que es mayor que el de Arabia. Y detrás irán las demás compañías. ¿Lo ven? El feminismo puede ser rentable. Ah ¿ Que no hay mujeres consejeras en esas empresas todavía? Bien, ¿Por qué no actuar desde abajo? Tal vez las mujeres que trabajan en las fábricas estarían dispuestas a que se les cayera el boli unos cuantos días hasta que la dirección decida dejar de vender a esos cerdos. ¿Lo ven? El feminismo puede ser un verdadero quebradero de cabeza. Ah ¿ Que no hay mujeres comprometidas realmente y ejerciendo un verdadero liderazgo en un comité de empresa? No se preocupen, que todo se andará…
Madeleine Albright (Secretaria de Estado con Clinton) logró que las violaciones fueran consideradas armas de guerra contra la Humanidad. Por algo se empieza. Y es que para eso sirve el poder y la influencia, Hillary. Para eso, Christine. Para eso, Angela. Para eso, Sofía. Para eso, Soraya(s).
Para eso también, señoras consejeras, deberíamos reclamar el poder. Y mientras tanto, messieurs, j’accuse!
Un mundo para Curra 
Sí, señora, no se trata de cambiar el rol para figurar o para reproducir de forma mimética los mismos errores, sino para transformar, para cambiar, y el cambio siempre para mejorar…lo que ya hay, ya lo conocemos y es sabido por todos. Si no hay transformación y mejora, da igual hombre que mujer,
continuaría el mismo rol, ya tan añejo, ya tan cansino y, hasta muchas veces, tan dañino.
Aún así, permíteme, creo en la necesidad del empoderamiento de la mujer. Dejemos que crezca.y hasta que se equivoque durante ese proceso de evolución, no seamos intransigentes,sí, exigentes con nosotras mismas.
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Muy de acuerdo. Y es verdad, como dice Hans más abajo, que eso del empoderamiento se hace raro: parece que tiene que ir a podarse algo 🙂
Gracias por tu comentario.
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Imponente, Doña CJ.
Estimada lupiga, no utilice ese barbarismo: ‘empoderamiento’. Por favor. Eso no es español. Por lo demás, de acuerdo. Las mejores y los mejores. Y nada de cuotas idiotas. Y cambiar para mejorar todo lo que debe ser cambiado.
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Lo de las cuotas… Mira, cuando ya no nos preocupe el porcentaje, será cuando verdaderamente habremos llegado a una igualdad real. Pero ahora no está de más mirarlo y, como mínimo, sacarles los colores.
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Magnífica Carmen!!
Ah, y con la frase que sigue… La ha clavado. Jó!:
«Por no hablar de esa panda de feministas imbéciles para quienes la condición de mujer empieza y termina en la vagina, que sólo hablan de libertad sexual (sin duda haciendo de la necesidad virtud)»
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Y me he cortado, Babu, me he cortado mucho, no crea.
Gracias por el comentario.
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Confieso que durante 4 años tuve que trabajar en cuestiones relacionadas con la igualdad y escuché tantas estupideces que terminé saturada y convencida de que al feminismo militante sólo le interesa el igualitarismo, que no es lo mismo que igualdad como sabe todo el mundo, menos ellas, las cuotas y el mal llamado lenguaje no sexista.
Me aburren, me agotan y me cabrean a partes iguales.
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Es que pienso que nos vamos siempre a lo accesorio, y no a lo fundamental. A mí no me interesa el igualitarismo, creo que es la forma más corta de ser masa.
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Esa tendencia a quedarse en la relación causa-efecto con el efecto y pensando que la causa vendrá después es una de los pilares de esta sociedad políticamente correcta. Detrás la nada, el trampantojo que en cuanto descascarillas un poco con el dedo se ve.
Hay casos como la educación en los que se han regalado ordenadores a los niños porque en otros países más avanzados o con mejores resultados en los test resultó que tenían ordenador. Entonces ordenador para todos, aunque me temo que nadie prestó atención a lo que había dentro de los ordenadores o al temario impartido.
No tenemos solución, o al menos yo no la veo por aquí cerca.
Muy buen post.
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Sí, es un buen análisis. Inducir el efecto y no preocuparse por el origen de las cosas, con todas las derivadas y todos los factores. Sí.
Gracias por tu comentario (sigo sin conseguir que entres directamente y no se queden para aprobar tus comentarios. Ya no sé qué hacer…).
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Bueno, qué se le va a hacer! Este blog me identifica como potencialmente peligrosos. Jajajá
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Igual lo dejo abierto, es la única manera. Pero sí, algo tiene tu IP, algo tiene.. 🙂
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Cada vez que pienso en Arabia Saudí me acuerdo de Churchill, Hitler y el cocodrilo… con la diferencia de que ya matan mujeres (lo llevan haciendo toda la vida) mientras que aquí nos preocupamos por que se diga «todas y todos», techos de cristal que se van resquebrajando con inteligencia y tesón a pesar de lo que dicen las que escriben sobre su visión del feminismo.
Ahora bien, una cosa te digo, me niego a que me roben el término «feminismo»; ha hecho mucho más por las mujeres nombrar a Albright, Rice y Clinton (H) que habían de reunirse con señores de otros países que desprecian a las mujeres, que todos los textos que se han escrito por el lenguaje inclusivo juntos… Esas «feministas» me ofenden y además son unas vagas: ¿qué es más difícil: que el sueldo sea el mismo para hombres y mujeres o que digamos «todos y todas»? ¿qué es más difícil: que los hombres dejen de piropear (el nuevo invento del «micromachismo») o que se deje de mutilar a las niñas con la ablación? Sustituye «qué es más difícil» por «qué es más importante» y la respuesta se mantiene, ahora sustituye por «de qué se preocupan las autoproclamadas feministas occidentales» y llora… Ya te conté la historia de mi pixel…
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Efectivamente. El vocerío nos impide ver las cosas realmente importantes.
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