No hace tanto que viajaba muchísimo por motivos de trabajo. Durante tres años prácticamente viví en los aeropuertos y algún mes hubo que cogí hasta 18 vuelos, algunos de ellos transcontinentales. Se pueden figurar vds que me ha pasado casi de todo.
Nunca me ha dado miedo volar, la verdad. El racional me dice que es el medio de transporte más seguro que existe. Sin embargo, durante mucho tiempo pedía el asiento de pasillo porque mi racional me decía también que, en caso de emergencia, sería más fácil salir corriendo. Pero ya desde hace mucho cojo ventanilla. Se duerme mejor, los paisajes son mucho más distraídos y, sobre todo, no corres el riesgo de que te rebanen un tobillo con el carrito de las bebidas. Sí, luego te piden perdón, pero para entonces ya llevas una carrera en la media y te han echado a perder un zapato, por no hablar de la cojera que arrastras hasta la vuelta a casa, cuando ya te puedes poner una venda y darte un poco de mercromina.
Coger asiento de ventanilla te permite ver la cantidad de aviones que circulan por los cielos. Te pones a mirar y sólo tienes que esperar un par de minutos hasta que ves un avión que cruza, o que te adelanta, a mayor o menor distancia. Sin embargo, es un asiento peor situado para atender las explicaciones de seguridad de la azafata. Sí, atiendo a la azafata, porque mi racional me dice que nunca está de más escuchar a quien sabe más que tú y que además tiene la bondad de explicarte amablemente qué hacer en caso de apuro. Y también porque nunca he comprendido del todo la parte en la que te dicen que, en caso de despresurización de la cabina, te pongas la mascarilla de oxígeno y respires con normalidad. Es la parte de la normalidad lo que no acabo de entender… Así es que sí, soy una de las cuatro personas que atienden. Los otros tres son un sesentón aterrado, un cuarentón medio borracho muerto de risa y un quinceañero loco de amor por la azafata. Yo por mi parte, trato de poner cara de niña aplicada y espero a que la azafata me mire para darle ánimos y solidarizarme con ella, qué vaya papelón que hacen, las pobres.
Cuando viajas por trabajo muy raramente facturas el equipaje. Esa es otra de las cosas que siempre me ha llamado la atención: la cinta de recogida de equipajes. ¿Se han fijado vds que la primera maleta que sale nunca la coge nadie? Suele ser esa maleta solitaria que sigue dando vueltas y vueltas cuando ya todos los pasajeros se han marchado. Yo creo que es una maleta de mentirijilla, como las liebres de los canódromos.
Y por hoy, esto es todo, amigos.