Después de la aclamada Inside Jobs, en donde se cuenta la maldad de los mercados en el proceso de empobrecimiento de los países acomodados, habría que hacer un Inside Spain. Los telediarios de estas dos últimas semanas se prestan a realizar un buen documental de 90 minutos. Podría competir en los Oscars 2013, y optar también a los mejores efectos especiales, en la categoría de thriller.
Inside Spain sería un documental que podría tomar como hilo conductor las deudas de las Administraciones públicas con empresas privadas, por ejemplo. Unas administraciones que en época de vacas gordas no bajan los impuestos y en época de vacas flacas los suben, y que después, cuando la única vaca posible es la vaca que ríe, eligen como mantra para sindicatos, izquierda atocinada y derecha incauta que hemos (nótese la persona verbal elegida) vivido por encima de nuestras posibilidades. Nada más falso: Inside Spain mostraría cómo las Administraciones han vivido exactamente conforme a sus posibilidades: falta de rigor, de responsabilidad y de respeto, las 3 erres que se deben garantizar, bajo pena de destierro, cuando se trata con el dinero de los contribuyentes (no del Estado, matiz que suelen olvidar).
En el papel estelar de oso moroso y sin madroño, Don Gallardón, Ministro de Justicia y Notario Mayor del Reino, que podrá explicarnos con gentil verbo cómo la posibilidad de gastarse el dinero que no tenía le permitió llevarse el ayuntamiento al Palacio de Cibeles o cambiar la estatua de Colón de sitio, ejemplos de servicio público básico que cualquier alcalde debe atender aunque deje a deber a unos cuantos. El señor notario dará fe de cómo se endosan esas facturas sin pagar a un pool de bancos, que concede al Estado un generoso crédito a diez años, con dos de carencia. Condiciones que antes han negado al pardillo que realizó la entrega y que cerró la empresa esperando cobrar por su trabajo. La buena noticia es que el pardillo se librará de volver a pagar, vía impuestos de sociedades, la quita, el interés y la carencia del crédito. ¡Y que no se queje tanto, hombre! que ahora tiene wifi en las paradas del autobús y puede entrar en el internete a mirar ofertas de empleo mientras espera el 127, que le lleva derechito a la Oficina del INEM.
El entramado de empresas públicas sin ninguna utilidad no debe ocupar demasiado tiempo en el documental. Con decir 4.000, ya uno se hace cargo del número de paniaguados que tienen un cargo de director general con firma y tarjeta de crédito sin control. En modo flash y adornado con música de sevillanas, los ERES y la cleptocracia generalizada de Andalucía, amparada en una deuda histórica prometida y nunca cobrada (o sea, lo normal) con el folclore añadido de facturas en prostíbulos y gastos en farlopa. Imprescindible también la sucesión de alcaldes y presidentes de la nada clamando por la herencia que nunca les llegó en forma de transferencias de un Estado Central tan inerme como voraz, plagado de buitres repartiéndose a dentelladas el dinero de una Administración Pública que por no tener, ya no tiene ni vergüenza.
El españolito, al fondo, entretenido con televisiones autonómicas anegadas en deuda y partidos de fútbol de clubes con un gasto desquiciado, votando por lo que cree y no por lo que constata, y que no se rebela nunca ante la confiscación permanente de sus bienes. El españolito que añora aquellos tiempos de vacas gordas en los que el Estado, en vez de bajar impuestos, se endeudó para vivir conforme a sus posibilidades de incuria. El españolito que viene al mundo y que pide a gritos que le guarde Dios, porque una de las dos Españas (la pública) ha de helarle el corazón…