Silencio, se rueda

Cada dos por tres hay un rodaje en mi calle. Y es un rollo, porque no te dejan aparcar. Y si aparcas a pesar de todo, como tienen permiso municipal, llaman a la grúa. Y la grúa viene, doy fe. La grúa nunca viene cuando los «aparcas» de los restaurantes ponen hasta una tercera fila de coches. Y es que los vecinos no tenemos permiso municipal: la tarjetita de residente es sólo un comprobante de pago. Digo yo.

También en la calle de detrás de mi oficina vienen muy a menudo a rodar. En este caso, series de televisión. Yo, como no veo series, pues no veo mi oficina en la tele. Una lástima, porque la perspectiva que me puede ofrecer ver a los policías del CSI acordonar la zona para que  los médicos de House puedan sacar a los heridos del Ala Oeste de la Casa Blanca, mientras Mujeres Desesperadas intercambian trucos domésticos con las chicas de Sexo en Nueva York es todo un ejercicio de ensoñación. Y digo ensoñación porque lo que realmente podría llegar a ver es a los Hombres de Paco acordonar la zona para que los residentes de Hospital Central verifiquen que no hay heridos por una pelotera entre los vecinos de Aquí no hay quien Viva, mientras los de Cuéntame comparten vivencias extra temporales con los Serrano.

Pensarán que me paso el día entre cámaras de televisión y que corro algún riesgo de saltar a la fama. Realmente,el único salto previsible es el que conviene hacer cuando ves un cable, más que nada para no esmoñarse. Por lo demás, ningún peligro.