Juegos olímpicos

Y ya van tres. Y las que nos quedan. Qué pesadez esto de los juegos. Por supuesto, nadie puede oponerse a las bondades que nos traerán los Juegos. Y es que a nadie le amarga un dulce… salvo cuando no te lo comes. Esto que acabo de escribir es  factual y objetivo. Decir que me parece un tema de lo más pelmazo ya forma parte de mi opinión personal y subjetiva que vds pueden no compartir, faltaría más.

La buena era esta, la de 2012. Imaginen. La candidatura se decidió en 2005 y tal vez no tendríamos la crisis que tenemos ahora. O sí, pero hoy nos hubiera venido como agua de mayo los montones de turistas, la promoción del país y la ilusión. La primera es la que vale y no pudo ser. Y entonces deberíamos habernos retirado y no hacer el indio en la siguiente convocatoria, la de 2016, con Gallardón en el papel estelar de mula Francis gastando lo que ni teníamos ni iba a rentar, y comportándose como un perfecto pardillo al creerse que lo de la rotación de continentes era una leyenda urbana. Rogge le debió de decir «Mais non, Monsieur Gallagdon, la rotation des continents est une legende urbaine«, y, venga ¡La mano bien abierta!. No, si el francés lo entiende, lo que le cuesta es el empirismo…

Ahora otra vez, un proyecto que por lo visto ya está terminado en un 80%, pero sobre el que habrá todavía que invertir casi 1.400 millones de euros. Según Anita Botella, el retorno será incalculable. Y tanto que será incalculable. Para empezar no sabemos si hay que calcularlo sobre los 1.400 millones de ahora o sobre el total ya invertido, o sea, ese 80% que ya está construido. En todo caso, y a lo que parece, nadie lo va a calcular: es un asunto de gran visión estratégica sobre el que no vamos a andarnos con menudencias.

De momento tenemos asegurado el que se nos haga la boca agua. Esperemos que en esta ocasión el Príncipe Alberto use su boquita de piñón para besar como loco a eso con lo que se ha casado y no para preguntar bobadas, y que al griego de turno no le sirvan mucho Bourbon antes de que empiece la votación. Y lo mismo hasta lo conseguimos ya, de una puñetera vez…