Hay que aprender a gestionar las emociones, porque el no gestionarlas genera muchos conflictos. Y esos conflictos están generados por las emociones…
– Oye, pero es que yo no tengo conflictos.
– Pero tienes emociones ¿O no?
– Sí, sí, claro que tengo emociones, como todo el mundo, pero no tengo conflictos.
– Conflictos teneis todos. Por eso tienes que gestionar el conflicto que generan tus emociones.
– Ya, ya. Pero lo que yo te digo es que mis emociones no me generan ningún conflicto en estos momentos.
– Bueno, eso es lo que tú te piensas. Tú tienes conflictos desde el momento que no gestionas correctamente tus emociones. La ira, el miedo, la alegría, el amor… todo eso lo tienes que controlar para gestionar adecuadamente todos los conflictos.
– De acuerdo. Pero eso en el caso en que tengas conflictos y que estén generados por las emociones. Y yo no tengo conflictos con nadie, de verdad.
– Sí, sí que los tienes, pero es que no los sabes ver. Tú misma has dicho que tienes emociones ¿no?.
– Sí, tengo emociones, pero no tengo conflictos con nadie, de verdad.
– Te equivocas. El conflicto está escondido y tapado por las emociones. Hasta que no te desprendas de la emocionalidad, no podrás resolver el conflicto.
– Pero ¿Qué conflicto?
– El conflicto, Carmen.
– Pero que no, que no tengo conflictos. De verdad que no tengo conflictos.
– Sí, Carmen, tú tienes un conflicto y lo tienes que resolver.
– ¡ QUE NO! ¡QUE NO TENGO CONFLICTOS, COJONA!
– ¿Ves? Ahora mismo, tu ira está provocandote que tengas un conflicto conmigo.
– ¿Mi ira? ¿MI IRA? Oye, ¿Y no será tu amor desmedido lo que está provocando el conflicto entre tú y yo?
– No, no es mi amor hacia ti, sino el miedo que te provoca la simple posibilidad de dejar al descubierto tus emociones…
Ingestionable. Directamente ingestionable…