Alice Munro es una escritora canadiense, con casi 80 años. Empezó a escribir cuando el cuidado de sus hijos le dejaban un ratito. Se metía en el cuarto de la plancha y se ponía ahí a escribir sobre lo cotidiano, extrayendo de la vida corriente todo aquello que los que no tenemos talento somos incapaces de percibir. Leí a un crítico que decía de ella que «inventa la realidad«, y a ella misma escribir que «la vida de la gente es suficientemente interesante si tu consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable«.
Demasiada felicidad es su último libro, un libro de 10 relatos en los que se detiene en un momento preciso de la vida de cada protagonista para contarnos, sin que nos demos cuenta, la vida entera. Historias que siempre sorprenden, historias extraordinarias dentro de una apariencia común y corriente. Su forma de escribir engaña por lo fácil, por lo ligero, pero este es un libro para leer despacio, con calma, como el que disfruta de un buen té, o un buen café y detiene el tiempo en la charla con un buen amigo, sin mirar el reloj.
Vas por el relato y te topas con el climax sin darte cuenta. De pronto te asusta, te intriga, te atrapa y luego, igual que empezó, termina. Y te ha contado todo, te ha explicado todo, no deja cabos sueltos. Historias algunas crueles, otras desasosegantes, todas llenas de sentimiento pero sin sentimentalismo, todas revestidas de serenidad y de cercanía. No es la realidad que inventa sino cómo mira esa realidad lo que me ha encantado de esta mujer.
Como me decía un amigo: «Demasiada felicidad contiene demasiada naturalidad, demasiada humanidad, demasiada realidad, y enseña cómo cada cosa encuentra su hueco en la vida«. Léanlo.