Hoy ha entrado en mi despacho un tipo que vestía un pantalón vaquero devastado por algo que no podía ser una lavadora. Un pespunte rojo en arabesco sobrevivía a duras penas por las costuras deshilachadas de unos bolsillos vencidos y una bragueta apretada. Llevaba una camisa negra con botones blancos en el cuello, a juego con un cinturón de hebilla plateada, y una blazer de tres botones en pana marrón oscuro.
Calzaba unos mocasines sin antifaz de color camel con extra punteras ennegrecidas , no estoy muy segura si como consecuencia de un diseño confuso o de un betún confundido. Imposible describirles el dibujo de sus calcetines, porque desde luego no le he invitado a sentarse, pero los he supuesto negros, de lycra y cortos.
Llevaba un tupé prominente y no se había afeitado.
Es imposible que esa mezcla sea casual.