Democracia con denominación de origen

La semana pasada, los mandatarios europeos (repito, europeos) se reunieron por enésima vez para tomar medidas al muerto, al que ya no le queda más tela para remiendos. Son los sastres más patosos que conozco, aunque cabe pensar que no tienen nada que hacer durante el weekend, y mientras el resto de los mortales se va al cine los sábados, ellos se van de cumbre. Por lo demás, el mundo gira y el tiempo pasa. Ellos dicen trabajar para los ciudadanos europeos, aunque no pierden de vista a los pueblerinos que les votan. Y es que el rey está desnudo, pero se le ven las guerras comerciales asomar por detrás de las corvas cada vez que se pone de pie para posar en la foto, con todas las vergüenzas al aire.

Así es que parecía que todos estaban, por fin, de acuerdo. Tú no le pagas a este de aquí, y el otro de allá que se jorobe para que no coja ventaja y ya veremos cómo toreamos mañana al de enfrente si los chinos nos dicen que tururú. Euforia. Besos, ternura, un derroche de amor, una locura. Y de pronto, va el Sr. Papandreu y se descuelga diciendo que bueno, que casi mejor que se lo va a preguntar a los griegos, que a ver qué piensan ellos.

WHAT DID YOU SAY???

Y nuestro Papandreu contesta que sí, que va a aprovechar que tiene a muchos griegos en la plaza Sintagma para hacerles un par de preguntillas. Bueno, o tres, que ya que estamos igual aprovechamos para preguntar si quieren cambiarle el nombre a la plaza. Y llamarle «Logaritmo».

Con la democracia hemos topado, griegos tenían que ser. Y la Bruni otro fin de semana en casa, con el crío…