He realizado una ingenua incursión por los mundos de Twitter recientemente, y me he visto a mí misma como una especie de aprendiz de brujo. Quizá alguno de vds haya reparado en un widget abierto a la derecha de esta página que ha estado activo dos semanas y que después ha desaparecido. Lo más probable es que ni se hayan fijado. Casi mejor…
¿Que qué me ha parecido? Para ser franca, un estrés.
Les contaré mi historieta. Inicialmente, mi idea era completar este blog con las tontadas que se me iban ocurriendo a lo largo del día. Es decir, usar Twitter como lo que en principio es: una herramienta de microblogging. La gente te lee, te comenta o no, y hasta el próximo. También para seguir a blogueros con gracia en Twitter, que los hay, que los hay.
Pero Twitter no me ha parecido eso exactamente. Lo que me he encontrado es que, efectivamente, los post son cortitos, pero te llegan a paladas. En un 80% de los casos es imposible saber de qué demonios están hablando, porque son el requetetuit de una respuesta a otro requetetuit que comentaba una noticia a su vez requeteretuiteada. Del 20% restante, la mitad son enlaces, con el petardo que supone mirarlos en un teléfono. Y lo que queda son mensajes tipo «estoy en la cola del súper, que calorín XD«, o frases originalísimas tipo «No llores por la pérdida del sol pues las lágrimas te impedirán ver las estrellas, Gandhi«, e incluso «Gracias, María, quedamos el viernes sin falta, un abrazo a tu marido, bss XDDDD«. En fin, un patio de vecinas con todo el trapo tendido.
Sí, ya sé, ya sé, es que no lo sé usar. Y yo lo reconozco. ¿Puede vd por favor leer el principio de este post? Gracias, amigo. Pero he aprendido cositas. Por ejemplo, que no hay que seguir a tuitorreicos. Que hay quien está en Twitter para hacer negocios sin decirlo y que hay quién considera Twitter un barómetro de liderazgo. Que la mayoría se mueve mucho pero casi nadie va a ningún lado. Que hay quien lo usa para amar a los cuatro vientos, y que no caer en el patetismo con estas declaraciones publicas requiere algo más de 140 caracteres. Que las cáscaras de plátano están a la orden del día. Que hay mucho troll, mucho anonimous y mucha gente que da pereza. Que las ganas de decir lo que sea supera, con creces, a las ganas de decir algo. Y que hay montooones de botoncitos que sirven para filtrar todo lo anterior.
Así es que volveré a mi idea inicial, cuando limpie un poco la casa. Y sólo tendré como ejemplo de tuitera de pro a Christine Lagarde: un tuit al día, seis tonterías cada semana y un seísmo mundial todos los meses.