Los otros

Leí el librito de Hessel cuando salió en Francia. Se tarda una horita y puede combinarse con una película con anuncios. Quiero decir que no requiere una concentración enorme, ni mucho tiempo libre, ni un bloc de notas al lado. Pero lo leí porque había tenido éxito en Francia, un país en el que la Constitución europea se debate en reuniones vecinales y en el que son capaces de reflexionar colectivamente sobre la identidad de su nación. O sea, políticamente un Ferrari si lo comparamos con España, más parecida a un Logan. Me sorprendió porque lo encontré un  texto tonto, muy de los tiempos que corren: propaganda superficial, ideología de supermercado, soluciones de brocha gorda. Le iba a dedicar un post pero me dio pereza, la verdad…

Ahora tenemos indignados en España, de pronto. Justo antes de unas elecciones, y justo después de unas elecciones. Y zarandean a los políticos, que son culpables hasta de la muerte de Manolete. Y sí, no les está mal lo que les pasa. Pero, en mi opinión, ellos son sólo la consecuencia. 

La gente. Las víctimas de los mercados. Los que hacemos cálculos sobre si es mejor cobrar el paro o aceptar un trabajo. Los que no queremos trabajar de cajera en un súper, pero luego nos quejamos de que haya una sudaca quitándonos el puesto de trabajo. Los que estábamos encantados de que nuestro alcalde nos firmara un PER falso. Los que nos desgravamos las cenas de los sábados con los amigos. Los que hemos consentido que nuestros hijos dejen de formarse para ganar 2.000 euros a pie de obra con un contrato eventual. Los que hemos especulado con nuestra vivienda. Los que hemos firmado un crédito sin evaluar nuestro propio futuro y mintiéndonos a nosotros mismos. 

El pueblo. Que votamos al alcalde que firma el PER falso. Que nos tragamos telediarios infames. Que aceptamos que se negocie con asesinos, porque los muertos fueron antes y fueron otros. Que mantenemos a un gobernante 20 años, sabiendo que roba y que nosotros nos empobrecemos. Que votamos a un partido pase lo que pase, y que merecemos, desde luego, un gobierno que nos mienta.  Que aplaudimos y damos vivas al hijo del Rey, que sólo será rey por ser hijo, sin compararlo a nuestros méritos. Que no nos inmutamos cuando la enseñanza es aldeana, y lo sabemos. Que protestamos por el bipartidismo y no porque las bisagras sean nazionalistas. Con z.  

Seamos serios: si a vd le ponen delante una lista abierta ¿Cuántos nombres conoce? Siendo generosa, se lo dejo en tres, y uno de ellos sólo le suena un poco. ¿Que solo nos preguntan cada cuatro años? ¡Pero si nos quejamos de que gobiernan a golpe de encuesta! Lo que pasa es que opinamos una cosa y votamos otra.  El pueblo, indignado o no, votará al mismo partido con y sin listas abiertas, porque son de los suyos. Y luego decimos que los sectarios son los otros. 

Un día el pueblo se ha dado cuenta que con saber a quién se folla el hijo de la Pantoja no se llena la nevera. Y protesta, claro. Porque la culpa es, a partes iguales, de la Pantoja y de la nevera.

¿Que no nos representan? Yo creo que los políticos nos representan muy bien.  Y ese es, precisamente, el problema.