Hoy, Día de la Madre, leo en algún sitio que Miguel Bosé ha sido papá. Gemelos, por lo visto. El asunto me interesa poco, de manera que sólo he leído los titulares. Será por eso que no me he enterado de si su próximo disco se titulará «Papuchi», considerando la edad que ya calza y teniendo en cuenta que el disco de «Papito» lo lanzó antes de encontrarle utilidad a su semen. Semen de enorme calidad genética por cierto, si atendemos a la casta de su padre y la belleza y talento de su madre. Y semen que, a falta de voluntarias o de otras candidaturas más selectas, ha ido a parar a un vientre de alquiler para fecundar un óvulo que esté a la altura de tan divina genealogía. El vientre es al parecer propiedad de una mujer cultísima, sensibilísima, monísima y, sin duda muy discreta, con un enorme talento escondido en el útero. Ah, y que toca el violín, si bien profesionalmente destaca por las trompas (de falopio).
Pues nada, Miguelón, enhorabuena, ya has proporcionado al mundo dos nuevos clientes para comprar el día del Padre, que está la economía muy «achuchá». Porque lo que harán el día de la Madre me tiene sumida en un profundo desconcierto: mi tía Pilar tiene una casa en alquiler y el inquilino no le regala nunca nada ( y seguro que existe un Día Mundial del Arrendatario, me apuesto un vaso de agua).
Yo, que tengo una madre en propiedad, he salido esta mañana con Currita y le he comprado una rosa blanca en la gitana de la esquina de la calle Orense. Pero ¿Y estos niñitos? ¿Qué van a hacer si no tienen cerca a nadie que les venda flores?