Cuando cesa el ruido, sobre el campo de batalla hay demasiadas personas con los nervios de punta, los planes rotos y los ahorros perdidos. Cuando además se despeje el humo, dos cositas nuevas tendremos: unas pérdidas económicas fenomenales que pagaremos Vd. y yo y… una delgada línea roja quebrada.
La delgada línea roja hace referencia a un regimiento de casacas rojas que plantó cara a una carga de la caballería rusa en la Guerra de Crimea. Los rusos, al ver a tan pocos hombres enfrente formados en solo dos líneas de profundidad, creyeron que era una maniobra de distracción y se retiraron prudentemente, porque no sabían calcular lo que supondría poner todas sus fuerzas contra esa “thin red line”: ¡Era tan fácil que solo podía ser un truco! Los rusos perdieron aquella guerra pero no por aquella batalla, que quedó en tablas entre otras razones porque los ingleses no podían ganar, y es que aquello no era un farol. Y todos hicieron lo correcto: unos, defenderse in extremis con las únicas fuerzas que tenían arriesgando lo último que les quedaba. Y los rusos, no fiarse de su aparente superioridad y querer ganar algo demasiado fácilmente sin calibrar a fondo todas las consecuencias. En fin, también se puede contar la victoria de Pirro, pero esta me ha parecido más plástica.
Más acá de Crimea y fuera ya de la Torre de Control, yo tengo algunas preguntas.
Si mañana se ponen en huelga las enfermeras ¿las militarizamos?
Si mañana van a la huelga los empleados de las gasolineras ¿los militarizamos?
Si mañana se ponen en huelga los panaderos ¿ los procesamos por sedición?
Una muy buena: Si mañana se ponen en huelga los jueces… ¿Irá un coronel a darles órdenes? ¿Tejero, por ejemplo?
Una todavía mejor: Si mañana hacemos – de verdad – huelga general ¿nos militarizarán a todos?
¿Qué es más esencial para la Comunidad, que recojan la basura de las calles o que mis vecinos se vayan con sus hijos a Disneylandia?
Cuando me respondo, entonces no sé quién ha salido peor parado, si los controladores o el resto de españoles que aplaudimos tanto, plas, plas, plas, a un gobierno tan firme, tan valiente… y tan incapaz. Ahora empiezo a entender a Garzón cuando pidió la partida de defunción de Franco. Y es que se podrá ser de derechas o de izquierdas, pero la verdad, no tanto…
Cuidado con los brochazos de la tele y con las delgadas lineas rojas que nunca se sabe bien qué esconden. Porque cuando no se puede repartir pan, la tentación es empezar a repartir hostias.