La fundación Everis ha presentado recientemente un documento, Transforma España, en donde se diagnostica la situación actual y se proponen las soluciones, iniciativas y caminos para llevar a nuestro país hacia la España admirada del futuro. El documento, una visión optimista pero contundente de la Sociedad Civil española, ha sido elaborado reuniendo el talento y la inteligencia colectiva de 100 grandes gestores, empresarios y expertos
http://www.fundacioneveris.es/Images/TransformaEspaña_tcm32-71088.pdf
No es una cháchara: es un análisis factual, desapasionado y profesional. Se define una estrategia como se hace en las grandes empresas y organizaciones en donde la gente se juega su futuro profesional y sus cuartos, en donde se compite por la excelencia, y en donde las promesas incumplidas y las mentiras te cuestan el puesto, el coche y el adosado. En estas grandes organizaciones ni nuestros políticos nacionales, ni mucho menos esos insectos nacionalistas que pululan por el Congreso, podrían acceder ni siquiera al puesto de limpiaventanas.
100 profesionales, 100 personas que no están ahí a dedo o por cuota, sino por méritos y por talento, han dado un paso al frente ya que nadie lo da. Y se aborda el futuro con realismo, con preocupación y sobre todo, con seriedad. Por fin, alguien toma la iniciativa de llenar el vacío gritón y mastuerzo en el que nos encontramos.
Se han ido con el dossier a ver al Rey. Empiezan bien: respetando las formas y acudiendo al último recurso de supuesta imparcialidad institucional que nos queda a los españoles. Y aunque de este rey impávido poco se puede esperar, porque es cómplice y parte de la situación agusanada de la política en España, al menos les sirve como reclamo para la prensa – pero éstos son un caso perdido: no harán el esfuerzo de leerlo y dirán sus majaderías interesadas, eso si las dicen.
Después de leerlo, da vértigo pensar en la tropa que nos «gobierna» y en la que nos puede «gobernar». En fin, pensemos en ello con realismo esperanzado y con optimismo responsable.
PS: ¿ Y qué fue de los «intelectuales»? ¿Hay alguien ahí?