Nieves Alvarez, lo normal y lo anormal

Hace algunos años, no sabría precisar cuántos pero bastantes, estaba yo en el aeropuerto de Madrid haciendo cola para pasar el puesto de control. Detrás de mí, esperaban turno unos padres con su hija. Le hacían todas las preguntas y le daban todos los consejos que dan los padres a su niña cuando se va de viaje: ¿Llevas suficiente ropa de abrigo? No dejes de comer ¿Seguro que te van a buscar? Llámanos cuando llegues. Cosas muy normales entre gente normal. Hablaban alternativamente el padre y la madre, serenos y protectores. La hija contestaba, divertida , “que sí, papá”, “que sí, mamá”, paciente, dócil, respetuosa. No pude evitar girarme con disimulo, para ver a “la niña” a quien sus padres iban a despedir al aeropuerto.

Entonces vi unos jeans interminables donde yo pensaba que encontraría un torso. Y donde yo creía que encontraría el techo, ví su cabeza. Era Nieves Alvarez, ya entonces una modelo conocida en España, aunque no todavía la Top que ha llegado a ser. Sus padres esperaron hasta que ella pasó el arco de seguridad mientras le decían adiós con la mano. Ella les correspondía con cariño, hasta que se perdieron de vista, cuando ella se fue caminando hacia las puertas de embarque. Me pareció entrañable. Y también inesperado.

Anoche, tecleando el mando a distancia, me la encontré en la tele entre Judit Mascó y otra top española. Y pensé lo mismo que aquel día en el aeropuerto: que lo único anormal de esta mujer es su belleza.