Esto que ven ustedes aquí a su izquierda es una cría de tirano y un eructo de la Historia. Verán: va a hacer un siglo que en un bosque de Ekaterimburgo, unos soldados de una revolución popular acabaron con la vida del camarada Romanov. También acabaron con sus crías. Una chapuza a escondidas, pero eficaz. Hacía más de un siglo que otra revolución popular había guillotinado al ciudadano Capeto en la plaza pública. Su cría también murió. Eficiente y suficiente. Dos revoluciones, muerte al monarca, y un mismo principio: la sangre no da el derecho al poder.
La semana pasada, el papá de la cría de tirano abrió las puertas del país a las televisiones extranjeras, sin duda para que el mundo libre vea dos cosas. La primera es un desfile totalitario en Alta Definición. Hasta ahora, el mundo los había contemplado en blanco y negro y en ese color basto de tele antigua y tripona. La segunda cosa que quería papi es que viéramos los mofletes de su chaval. Y si bien la guerra ya la ganó el yayo, papi ha hecho general al niño con 27 años, aunque la Historia diga que para gestionar un genocidio sea suficiente con alcanzar el grado de cabo…
Este es el derecho de la sangre para alcanzar el poder. Lo de las monarquías sólo era hereditario. Corea del Norte, año 2010, anteriores y siguientes.