De la mano de un chador

Los veía casi todos los días en verano. El niño, con un traje de baño, una camisetilla y unas chanclas. La madre debajo de un chador marrón y con sandalias y calcetines blancos. Lo llevaba de la mano a la piscina, lo dejaba allí con sus amiguitos y después, cuando caía la tarde, volvía a recogerlo y lo llevaba a casa de vuelta. Así mientras fue niño. Luego un año ya no los vi más, tal vez el niño cambió la piscina por el fútbol, o tal vez se mudaron de casa, quién sabe.

En esos años, a mí siempre me venía el mismo pensamiento, y es qué le rondaría a ese niño por la cabeza cuando viera a otras mujeres en la piscina, todas en bikini o en traje de baño, llegando y marchándose solas, moviéndose sin pudor por el césped y bañándose con otros hombres que no eran de su misma familia en el mismo agua. Mujeres bebiendo una cerveza en el bar sin más compañía que un libro. Mujeres, como su madre. Algunas más jóvenes, otras más viejas, pero mujeres al fin, claramente identificables. Y me preguntaba de quién cogería el ejemplo y a quién consideraría un modelo de mujer buena y respetable y a qué mujer no, en un futuro, cuando creciera y tuviera que vivir en sociedad.

Quizás ese niño, en la escuela, aprendiera de nuestra cultura. Tal vez un buen profesor le inculcara los valores de occidente según los cuales una mujer es igual que un hombre, tiene los mismos derechos y es libre para estudiar, trabajar, conducir, vestirse, beber, bailar y elegir su futuro. Que la mujer en España es completamente independiente del hombre. Que puede tener hijos soltera, que puede tener amantes, que puede casarse con quien quiera y divorciarse después y ningún tribunal la perseguirá por ello. Ni la sociedad la mirará con malos ojos ni será despreciada por nadie, ni siquiera por un hombre viejo o por un cura retrógrado. Es posible que alguien le enseñe eso, o tal vez lo irá aprendiendo poco a poco, mezclándose con hijos de señoras que sí van en bikini. Quién sabe. En todo caso, dudo que se lo enseñe su madre debajo de ese chador y mucho menos que lo haga su padre, al que nunca vi, pero al que puedo imaginar sin demasiado esfuerzo: el esfuerzo me lo reservo para contener la arcada.

Cuando leo sobre los sucesos de Colonia y Hamburgo, en el que unas hordas de moros (y al que le pique el apelativo, que se rasque) se dedicaron a agredir a mujeres en la noche de fin de año, me acuerdo del niño que iba a la piscina de la mano de un chador. Mi explicación, tal vez ingenua, es que esos tipos vienen de un país en el que las mujeres no salen solas de noche, no beben, no bailan, no estudian, no trabajan, no son libres e independientes. Esas mujeres son cosas que pertenecen a un hombre y de las que él dispone a su agrado: mulas, animales de carga, tripas que engendran, vaginas que paren, tetas que amamantan cachorros. En su mentalidad embrutecida, sin sábana que las respetabilice las mujeres europeas somos furcias, putas con las que «divertirse», mujeres de nadie, o sea, mujeres de todos.

Esos hombres que manosearon, robaron, violaron, agredieron a las mujeres alemanas son cerdos que vienen del infierno. Y su infierno no lo describe el que sean refugiados, pobres, víctimas de la guerra o jovencitos mal integrados. Su infierno lo describe la tiranía y la teocracia islámica. Su infierno es una mentalidad en el que las mujeres son una cosa: el chador que los lleva de la mano cuando son niños.

Las vocecillas que dicen que debemos cuidar cómo nos vestimos o dejar de salir solas de noche; toda esa tropa de feministoides que no levantan ni una ceja ante estas monstruosidades; toda esa corrección idiota, ese respeto «random» hacia lo que es intolerable, forma parte del mismo infierno machista. Eso sí es una sociedad patriarcal, no las imbecilidades en las que se fija el feminismo de subvención y parlamento.

Ese infierno se llama sometimiento. Si alguien pretende traerlo aquí, a mí que me den un arma.

7 comentarios en “De la mano de un chador

  1. Guau!!!, no me cansaré de decirlo: cada día escribes mejor y, sobre todo, sabes encontrar las palabras adecuadas (bueno, eso, escribir mejor). Suscribo 100% tu entrada

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  2. Qué cierto todo lo que dices! Pero todavía yo he tenido que oír (y a una mujer) que igual lo que tienen que hacer las europeas ante la llegada de refugiados con otras costumbres es ir más tapadas. Si es que vamos provocando…

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