Une drôle d’indépendance

Todo este lio de la independencia de Cataluña, con elecciones autonómicas en las que se discute sobre cosas demasiado trascendentales y desmesuradas para tratarse simplemente del gobierno de cuatro provincias, me recuerda a la carrera de coches de Rebelde sin causa, en la que James Dean compite con otro joven para ver quién aguanta más sin saltar del coche que va directamente al precipicio. Es un juego de farol, que consiste en saber no quién se mata primero, sino quién se echa para atrás antes. Recordarán que en la película, al otro tipo se le engancha la cazadora en el tirador de la puerta, no puede saltar y se cae por el barranco. Y se mata, claro. Un juego absurdo, muy peligroso y con una carga de gorileo muy propia de adolescentes irresponsables y pasados de hormonas.

Algo de chicken game tiene este lío de la independencia que me tiene con el ánimo pendular, entre el aburrimiento y la estupefacción. Porque me deja estupefacta cómo una parte tan significativa de la población catalana puede creer a estos vendedores de crecepelo que proponen una independencia de broma. O sea, que nos hacemos independientes, pero con todas las ventajas de seguir siendo españoles y europeos. Hasta conservarán el pasaporte: el Estado español no se lo puede quitar a un catalán, porque sería una ilegalidad. Une drôle d’indépendance, que diría un francés.

Los nacionalistas están contando que si se declaran independientes todo irá a mejor y nada irá a peor. Pero eso no se lo creen ni ellos. En realidad, confían en que no habrá huevos para tomarnos en serio sus bravatas, sus infamias, sus mentiras y sus desprecios sin fin; que no habrá huevos para sacarlos de España y de Europa a patadas al día siguiente de proclamar su puñetera independencia.  Confían en nuestra paciencia infinita, y en que al final tiraremos por el camino del medio, y les pagaremos la fiesta, y les daremos más pasta, y les haremos algún cariñito más, para que dejen los pucheros, y las quejas, y los lamentos y la pesadez infinita que nos supone convivir con ellos, permanentes insatisfechos, egoístas sin pudor. Y confían porque para eso tienen rehenes: muchos catalanes que no quieren saber nada de toda esta imbecilidad retrógrada de la independencia, y que tienen cosas más útiles y más importantes de las que preocuparse.

No, no hay huevos para ponerles un papel delante y decirles eso de «firme aquí». Pero tampoco creo que los haya para proclamar la independencia. O mejor dicho, para proclamarla de verdad, con todas sus consecuencias y con el frío que hace ahí fuera. Por eso ganarán las elecciones del domingo: porque muchos catalanes saben que no hay huevos y que esto es un drôle de proceso, un drôle de elecciones y, después de todo, un drôle de país. Pero no les critiquen, que ya llevan bastante con la degradación intelectual que supone votar ese engendro.

En fin, ahí van todos juntos por el sí, como en el chicken game de Rebeldes sin causa. Van en el coche a toda pastilla y no se tiran, un poco porque ven lejos el barranco y otro poco porque piensan que el otro se tirará antes. Pero tengo para mí que nadie se ha subido al otro coche y que esta carrera la corren solos. Mi único consuelo es que Artur Mas tiene algo más que la cazadora enganchada al tirador de la puerta, así es que con un poco de suerte, lo mismo se despeña definitivamente.

10 comentarios en “Une drôle d’indépendance

  1. Si supieras lo agotador que es esto. Lo de tiempo que llevan (ya no sé si es una o son dos legislaturas) sin gobernar, solo hablando de este tema. Y en el fondo, tal y como dices, no hay huevos de proclamar la independencia (como tampoco los ha habido de pararles los pies). Y mientras tanto los perjudicados somos los que vivimos aquí y, o no queremos la independencia o nos da igual.

    A veces me dan ganas de que sí, de que se vayan … pero como el territorio es España … ¿a dónde irán? Y más ahora, con el drama de los refugiados en Europa.

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  2. Esta mañana estaba hablando en RNE Carme Forcadell. Su teoría es fascinante, tendremos que aceptar que sigan en la UE por puro pragmatismo, porque sino nos perjudicaría a nosotros mismos, al resto de los españoles. Pero claro para permitir la secesión, aunque no nos beneficie en nada no podemos ser pragmáticos y negarnos. No para eso hay que ser idealista y lerdo. Por supuesto tampoco tienen en cuenta en la ecuación, que cuando se nos llama ladrones, invasores, nos amenazan con darnos patadas en el culo, y nos hacen butifarras a lo mejor no tenemos una reacción pragmática; quizás no tengamos tanto seny como ellos y les rodeamos con un valla para que disfruten de su independencia. Si no fuese porque hay millones de compatriotas que se verían de pronto en un pais extranjero yo lo tendría clarísimo, que se fuesen de una vez. Ya nos apañaremos sin ellos y sin su Barça (que esa es otra, según la Forcadell seguiría jugando en la liga española porque para eso no quieren separarse).

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  3. Una vez más te hago la ola Carmen. Mira que llevo días argumentando y escribiendo cositas, y con una idea en la cabeza rondando y sin saber como expresarla, y llegas tú y en dos frases lo bordas. He dicho mucho, pero me faltaba por decir ésto: «Es un juego de farol, que consiste en saber no quién se mata primero, sino quién se echa para atrás antes»
    Estoy completamente segura de que la cosa va por aquí, un farol, entre otras cosas además porque si no es así, habría que llegar a la conclusión de que se han vuelto completamente locos.
    A mi facebook que vas, con tu permiso.
    Besos

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  4. Qué bien lo has expresado! Estoy cansada de tanta gansada, hasta el punto de que me da igual. Porque el resultado será el mismo, el lunes los unos escupirán bravatas y los otros harán cesiones. Y todo quedará como estaba, ¿o no? Porque a los españolitos de a pie quizá nos cuesta olvidar los insultos que hemos soportado y que además llevan premio. Y los nacionalistas de verdad, que durante un tiempo se lo han creído, quizá no acepten cesiones a cambio de paz. Y mientras los políticos se dedican a agravar los problemas que ellos mismos han creado, nadie se ocupa de los problemas de verdad.
    ¿No ganaríamos todos si en ese coche se quedaran enganchados todos los políticos?
    Un saludo

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